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LITURGIA Marzo 6De oyentes a comensales

3 de marzo de 2016
LITURGIA Marzo 6De oyentes a comensales

Avanzando en los días de la Cuaresma, la liturgia va introduciendo a los cristianos en la dinámica de la Pascua; en este domingo –llamado ‘Laetare’, alégrate, por la…

La oración colecta de la misa de hoy confiesa que la reconciliación es obra de Dios en la humanidad a través de Jesucristo, la Palabra hecha carne, y espera la comunidad cristiana que esta obra conduzca a los hijos de la Iglesia a la celebración de las fiestas de Pascua. La colecta de la misa insiste en presentar la salvación a través del dinamismo de la acción de Dios y la recepción agradecida del don de Dios que realiza el hombre.

La primera lectura de la misa este domingo (Josué 5, 9a.10-12) refiere la celebración, por vez primera, de la fiesta de Pascua en la tierra prometida. Ha concluido para los hebreos la travesía del desierto, dejan de alimentarse del maná y comienzan a comer de los frutos que produce la tierra que Dos les da. Empieza a ser realidad la promesa que había sostenido en el desierto al pueblo liberado de la esclavitud.

Este acontecimiento de venir el fin de una situación para iniciar otra nueva lo recoge el texto de la segunda lectura (2Corintios 5, 17-21) para aplicarlo a la situación de quien se ha unido a Cristo por el bautismo. En el bautizado «lo antiguo quedó superado; todo ahora es nuevo». Esta presentación del bautismo como Pascua queda un poco distante de los cristianos de hoy que tienen en el horizonte inmediato del bautismo de niños. En los primeros siglos de cristianismo la situación fue otra, entonces lo más corriente era el bautismo de adultos; en esa condición quien llegaba al bautismo lo hacía luego de un camino de catequesis que estimulaba un proceso de conversión personal.

Sin embargo, los cristianos de hoy –en su mayoría bautizados en la infancia– tienen en la Cuaresma la oportunidad de tomar consciencia y profundizar en el sentido del bautismo: a través de la Iglesia, Dios realiza, mediante este sacramento, la vinculación de la persona con el acontecimiento de la Pascua, de manera que la vida nueva es una realidad en la persona de cada bautizado.

Estos textos llevan a la comunidad dominical a contemplar la Pascua y de esta manera preparan a la asamblea para penetrar en el episodio del evangelio (Lucas 15, 1-3.11-32). Antes de ir a la historia narrada en la parábola, conviene detenerse en los dos primeros versículos del capítulo 15, pues con la parábola Jesús responde a la crítica de los fariseos y escribas, desde esta perspectiva en la historia narrada por Jesús se destaca la actitud del hijo mayor que se enfada por la fiesta de la reconciliación.

Al inicio del capítulo, Lucas señala dos grupos, en el primero están Jesús y los pecadores, en el otro los fariseos y los escribas. El primer grupo se ha conformado en torno a la palabra de Jesús; Lucas ha dicho antes (5, 1) que Jesús expone la palabra de Dios. El texto de hoy afirma que «todos los pecadores y recaudadores se acercaban a escuchar a Jesús»; inquieta el adjetivo ‘todos’ calificando al sustantivo ‘pecadores’ (que debe incluir a los publicanos). Todos los que se acercan a escuchar a Jesús son pecadores.

Aquí hay una revelación importante: todo aquel que se acerca a Jesús y escucha su palabra, llega a ser consciente de su condición de pecador. Ciertamente no es que Jesús exponga una lista de pecados, de lo que se trata es de que quien comprende la vocación del ser humano a partir del Evangelio de Jesucristo, descubre a qué está llamado y entonces se hace consciente de los obstáculos y ataduras que encuentra para vivir el seguimiento de Jesús.

En el grupo antagonista están los fariseos y escribas, hostiles a la liberación que actúa Jesús. Fariseos y escribas no comprenden el designio salvador de Dios y se expresan murmurando, de Jesús critican dos hechos habituales en él: que acoge a los pecadores y que come con ellos.

En el fondo esta confrontación deja claro que la palabra de Jesús es eficaz para hacer pasar a los hombres de oyentes a pecadores y de pecadores a comensales, mientras que la palabra de los fariseos descalifica, margina y condena. En la historia narrada por Jesús la actitud del hijo mayor, enfadado por la fiesta con motivo del regreso del hermano, coincide con la de los contradictores de Jesús.

 

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