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Liturgia Marzo 15

12 de marzo de 2015
Liturgia Marzo 15

Avanzamos por el meridiano de la Cuaresma, la oración colecta de la Misa vislumbra la cercanía de la fiesta de Pascua: «que el pueblo cristiano se disponga con prontitud…

En el evangelio de la Misa de este domingo Jesús anuncia su ‘elevación’ –exaltación– por la cruz; en la lectura del evangelio de la Misa los días de entre semana iniciamos, mañana lunes, la lectura del evangelio según San Juan y durante en estas semanas anteriores al Domingo de Ramos, seguiremos diariamente en el cuarto evangelio el desarrollo del conflicto entre Jesús y los dirigentes del pueblo judío de su tiempo, enfrentamiento que se resuelve en el relato de la pasión que leeremos el Viernes santo.

En el texto de la primera lectura de hoy (2Crónicas 36, 14-16.19-23) leemos el episodio que señala el final de la época de la monarquía en el pueblo de Dios por el destierro a Babilonia; el texto señala como causa de esta ‘catástrofe nacional’ el abandono a la alianza y la asunción de estilos de vida de naciones paganas. Sentencia el cronista que la situación de abandono de la alianza «llegó a tal punto que ya no hubo remedio». Sin embargo el mismo texto señala el restablecimiento del pueblo después del castigo: «el país debía permanecer en ruinas hasta que terminara su descanso sabático y se cumplieran setenta años». Dios orienta la historia hacia este restablecimiento moviendo la voluntad de Ciro, rey de Persia, de cara al patrocinio del retorno de los hebreos para reconstruir el templo y la ciudad de Jerusalén.

Esta iniciativa gratuita de Dios por reconstruir la vida del ser humano después del pecado la volvemos a encontrar en el texto paulino de la segunda lectura (Efesios 2, 4-10). Estos versículos expresan un pensamiento muy propio de San Pablo referente a la gratuidad de la salvación: «No es mérito de ustedes, sino don de Dios». Por pura misericordia, Dios nos ha hecho pasar de la situación de muerte, consecuencia del pecado, a la vida nueva, vida como la de Cristo resucitado: el Padre del cielo «nos resucitó con Cristo Jesús». Tenemos aquí un anuncio de lo que celebraremos en la Vigilia pascual.

Como hemos venido siguiendo en los domingos de Cuaresma, los textos de la primera y la segunda lectura nos orientan hacia el episodio del evangelio de la Misa. Tres partes reconocemos en el texto del evangelio de la Misa de hoy. En la primera parte Jesús anuncia el valor salvífico de su crucifixión: «para que todo el mundo tenga vida eterna». En este anuncio –y en todo el evangelio según san Juan– la crucifixión de Jesús no es su derrota, al contrario, es su exaltación, su glorificación; fijémonos que Jesús habla de ser ‘levantado’.

En la segunda parte del evangelio retomamos el tema de la iniciativa gratuita de Dios: Dios tiene deseo de la salvación del mundo. El designio de salvación tiene su único origen en el amor de Dios y el medio de la redención del mundo es la donación de su Hijo, precisamente al mundo, para que todo el que reciba este don del Padre en su Hijo tenga vida eterna.

Sorprende en esta segunda parte la afirmación de Jesús «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Único», cuando en el contexto amplio del evangelio según San Juan el término ‘mundo’ suele significar la realidad que se opone al proyecto de Dios, esta afirmación sorprendente nos reafirma en lo expresado antes: Dios tiene deseo de la salvación del mundo.

En la tercera parte se expone la responsabilidad del ser humano frente al amor gratuito de Dios, esta responsabilidad se presenta en términos de ‘creer’ y de ‘no creer’. El don de vida eterna que Dios ofrece a todo el mundo implica la libertad del ser humano para creer en el amor revelado en Jesucristo. Delante de la libertad humana el amor de Dios se convierte en juicio, ‘crisis’ es el término griego. Las frases de Jesús en esta tercera parte nos recuerdan  el poema del prólogo del evangelio Según San Juan que leímos el día de Navidad, aquel día el texto hablaba de la luz que brilla en las tinieblas y de algunos que no recibieron esta luz.

La iniciativa gratuita de Dios lleva al hombre a tener que decidirse por la vida o por la condenación, esto es, caminar hacia la luz o cerrarse a la luz.

El texto significa la opción por la vida en términos de «practicar la verdad». Así expresa la versión colombiana del leccionario de la Misa el texto griego ‘poiwn ten aletheian’ que algunos traducen en castellanos ‘obras buenas’.

Y ¿qué quiere decir ‘practicar la verdad’? Practicar la verdad es poner por obra la revelación del amor de Dios en Jesucristo, es asumir el camino del Evangelio que nos acerca a la luz. Esta propuesta de Jesús  nos evoca  el diálogo que introduce al discurso sobre el pan de vida (Juan 6, 28-29) donde Jesús invita a los judíos a trabajar en las obras de Dios: «el trabajo que Dios quiere es que crean en su Enviado.»

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