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LITURGIA Junio 5En Jesucristo, Dios se está acercando al pueblo

2 de junio de 2016
LITURGIA Junio 5En Jesucristo, Dios se está acercando al pueblo

En este domingo el calendario de la Iglesia retoma la serie de domingos del ‘Tiempo durante el año’. Si en los días del Adviento la liturgia propone a los fieles…

Mientras que en los días del Adviento, la Navidad, la Cuaresma y la Pascua las lecturas de la celebración eucarística han sido seleccionadas para responder a la intencionalidad de cada uno de estos tiempos litúrgicos, en las semanas del Tiempo durante el año la elección de los textos bíblicos para la misa de cada día obedece a la lectura más o menos continua del relato del evangelio y de los otros libros de la sagrada Escritura. Al seguir de forma más o menos continua la narración de los evangelistas la comunidad celebrante tiene la oportunidad de ir profundizando en el misterio de Cristo en su totalidad. Los domingos de este año el evangelio según San Lucas hace de cicerone para este propósito.

Hoy se retoma la lectura continua del evangelio según San Lucas que se inició en enero, después de celebrar el bautismo del Señor; en esta secuencia, interrumpida por la Cuaresma y la Pascua, el evangelio de la misa de este domingo (Lucas 7, 11-17) pertenece a la primera parte del ministerio púbico de Jesús, en la que el relato de Lucas viene descubriendo la identidad del Maestro. El episodio que se lee en el evangelio de hoy es un relato de manifestación de Jesús, un relato de epifanía del Salvador.

La escena se introduce refiriendo el cruce de dos cortejos: el cortejo de la muerte que sale de la ciudad y el cortejo de Jesús que llega del campo. Una comitiva que está realizando ritos referentes a la muerte se cruza con Jesús y la multitud que lo sigue. Las leyes referentes a la pureza mandaban abstenerse de todo contacto con los muertos (véase Números 19, 11 y 16). 

A diferencia de otros relatos de curaciones o de milagros, en los que los dolientes o afectadas comienzan por pedir una intervención de Jesús, aquí el silencio de la madre y de la comitiva del funeral sirve para situar en el primer plano la compasión de Jesús.

Jesús ve y actúa. Acudiendo el título ‘el Señor’, el evangelista manifiesta que Jesús asume la situación: al ver a la viuda que llevaba a sepultar a su hijo único «el Señor se compadeció de ella». Desde este ver que mueve a la piedad, Jesús se dirige a la mujer y la compasión se hace la palabra: «No llores más».

Además de manifestar compasión, la palabra de Jesús también llama desde la muerte al muchacho: «Joven, yo te lo ordeno, levántate». La evidencia de la eficacia de la palabra de Jesús se presenta con dos verbos: el muerto se incorporó y empezó a hablar. La palabra de Jesús pone a hablar al que estaba muerto.

Sin embargo, en este relato de epifanía del Salvador, lo principal es la reacción de los testigos. Estos, en primer lugar manifiestan estar delante de un acontecimiento religioso: se llenan de asombro y alaban a Dios; es lo que en el leguaje bíblico se llama ‘temor de Dios’. Asombro y alabanza son la respuesta de fe. Esta fe lleva a descubrir el surgimiento de «un gran profeta» en medio del pueblo. Esta es la confesión central del texto: en Jesucristo, Dios se está acercando al pueblo.

Hay aquí un primer esbozo de fe cristiana, el reconocimiento de Jesús de Nazaret como un hombre de Dios, como un profeta; pero ello no es suficiente. La lectura del relato del evangelio irá llevando a la comunidad celebrante de la mano de Lucas a conocer y a entrar en comunión profunda con el acontecimiento y la persona de Jesús de Nazaret.

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