Pasar al contenido principal
#397dff

LITURGIA Julio 2Cuando hablamos de ‘vida’, ¿a qué nos referimos?

29 de junio de 2017
LITURGIA Julio 2Cuando hablamos de ‘vida’, ¿a qué nos referimos?

Con un par de recomendaciones de Jesús, concluimos en este domingo la lectura del sermón a los discípulos. Con realismo, en este sermón, Jesús viene advirtiendo que la…

Paralelamente a la lectura del relato del evangelio según San Mateo, en la segunda lectura de la misa venimos siguiendo el texto de la Carta del apóstol San Pablo a los Romanos, en el pasaje que leemos en este domingo (Romanos 6, 3-4.8-11) el autor presenta el bautismo como el inicio de la vida cristiana. Refiriéndose al rito sacramental, San Pablo explica que por el bautismo el cristiano es sepultado en el sepulcro de Cristo «para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva», una vida como la de Cristo resucitado.

A partir de la explicación simbólica de la inmersión del bautismo, el Apóstol presenta la vida de seguimiento como la fructificación de la resurrección de Jesucristo, por la gracia del sacramento el discípulo se va apropiando del don de la vida nueva a través del ejercicio de la libertad expresado en una existencia emancipada del dominio de los criterios del mundo. Esta manifestación de la existencia cristiana contrastada con el mundo es también el contenido de la última recomendación de Jesús a los discípulos en el sermón que concluimos hoy.

El evangelio de la misa de este domingo (Mateo 10, 37-42) lo podemos dividir en tres partes, en la primera Jesús habla de los conflictos que pueden sobrevenir al discípulo por el seguimiento, en la segunda parte presenta la condición para iniciar el seguimiento y en la parte final la promesa de salvación a quien acoge a los enviados.

Respecto a los conflictos sobrevinientes, Jesús expresa que la lealtad a la familia en alguna ocasión pudiera plantear una disyuntiva al discípulo con el consiguiente tropiezo para el seguimiento del Maestro. En tal eventualidad, el discípulo ha de estar presto a definirse por el Evangelio. La frase «no es digno de mí» nos lleva a pensar en la escatología (el final de la historia, el encuentro definitivo con el Señor) y a partir de ello a comprender la vida cristiana más que como perfección, como camino que tiene su punto de llegada en Dios.

La segunda parte del evangelio de este domingo desarrolla la experiencia de vida cristiana como camino: «El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.» Se comienza a hacer camino aceptando la invitación a cada uno a ‘tomar su cruz’; el adjetivo posesivo ‘su’ está indicando en primer término que hay cruz para cada quien, que la cruz le viene a la persona y por tanto no es algo que hay que mandar a hacer, sino más bien recibir.

El camino de la vida cristiana principia recibiendo la cruz, esto es, tomando conciencia y aceptando. En la época de Jesús (y cuando se escribió el relato del evangelio) la cruz era la manera como el Imperio Romano señalaba y ajusticiaba a quienes se oponían al statu quo (orden establecido), de forma que la cruz es marca, es señal de quien se ha atrevido a distanciarse de lo que hoy llamamos ‘políticamente correcto’.

Tomar la cruz es correr con el riesgo que implica haberse atrevido a orientar la propia existencia según el estilo de vida que Jesús propone en el Evangelio; lejos de aceptar todo lo que sucede, es una forma de vida activa en contraste con el mundo.

A continuación Jesús explica lo que se pudiera entender como punto de llegada del camino del discipulado, la vida. Pero este es un concepto amplio, que es preciso aclarar. Jesús se refiere a la vida en términos de hallar/perder, con ello de búsqueda. Paradójicamente, quien quiere

conservarla, la perderá, y al contrario, quien la pierda, la conservará. Este contraste entre presente y futuro lleva a algunos a pensar en un intercambio que más allá de la muerte.

En estas dos frases, con el verbo ‘conservar’, el leccionario colombiano traduce el verbo griego ‘eurisko’, que indica la acción de buscar (de ahí ‘heurística’), hallar, inventar. Así que el que se dedica a buscar ‘su’ vida, la echará a perder; por el contrario, quien la emplea en el seguimiento de Jesús, la hallará. Según esto ‘vida’ es algo que uno no puede proporcionarse a sí mismo, sino solo recibir.

Frente a una especie de intercambio en el más allá, el texto no permite entender que vida es un bien único e indivisible que Dios regala al ser humano, que no consiste en lo que el hombre desea sino en lo que Dios le dará precisamente entregándolo.

En la tercera parte del evangelio de este domingo tenemos la promesa de salvación a quienes acogen a los enviados de Jesús. El texto invita a considerar la desproporción entre la ayuda prestada y el beneficio recibido: un vaso de agua ofrecido a un pequeño discípulo y el don de la plenitud de vida.

 

Imagen: ideasparaorar

Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Noticias relacionadas