LITURGIA Febrero 7 De pescador a discípulo

En la secuencia del relato del evangelio según san Lucas, que ofrece el leccionario de la misa, Jesús ha iniciado su ministerio presentando la salvación como proyecto de…
En la escena del evangelio de la misa de este domingo (Lucas 5, 1-11) Jesús convoca a los primeros discípulos con los que comenzará a formar una comunidad; de manera que a continuación del episodio en la sinagoga de Nazaret, en donde Jesús irrumpe como profeta, Lucas narra cómo en la comunidad de Jesús y sus discípulos se va resolviendo la tensión entre fe e historia.
El evangelio de hoy tiene dos partes, en la primera el evangelista ofrece un resumen de la actividad de Jesús, en la segunda refiere la llamada de Jesús a los primeros discípulos. Las primeras frases del texto son un punto de enlace con lo leído los domingos anteriores sobre la actividad profética de Jesús; luego del fracaso entre los nazarenos, Lucas da cuenta del éxito de la predicación de Jesús, la multitud acude a Jesús.
Este éxito es el resultado del reconocimiento, por parte de las personas que han descubierto que la enseñanza de Jesús viene de Dios: «la multitud se amontonaba a su alrededor para escuchar la Palabra de Dios». Dios habla a través de Jesús, esto quiere decir que la multitud escucha de labios de Jesús el plan de vida que Dios ofrece al ser humano y al mismo tiempo es consciente de que Jesús suscita esta vida.
La actividad de Jesús requiere ahora de un lugar, entonces Jesús «vio dos barcas que estaban en la playa (…) y subió a una de las barcas, que era de Simón». Este ‘ver’ de Jesús en la primera parte, resuena en el ‘ver’ de Simón que resulta definitivo en la segunda parte. La vocación comienza a ser realidad en la convergencia de dos miradas.
En la segunda parte del evangelio de hoy Lucas refiere la vocación de los primeros discípulos. El ministerio de Jesús como profeta pasa ahora del contexto de la multitud al grupo de los pescadores, ahora la palabra de Jesús propone a Simón llegar hasta aguas profundas –nótese el singular: «Rema hacia la parte honda»– y lanzar las redes para capturar peces –en plural: «y echen las redes para pescar»–.
En la respuesta de Simón –«Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pudimos pescar nada. Pero ya que tú lo ordenas, voy a echar las redes»– se manifiesta de nuevo el plan de Lucas: fe e historia, esto es, palabra de Jesús y experiencia humana. Aquí es preciso reconocer la palabra de Jesús como expresión del profeta y apreciar en la respuesta de Simón la tensión entre fe e historia. Simón habla a partir de su experiencia de hombre que domina la faena de la pesca pero que igualmente está abierto a acoger la palabra profética que lo invita a mirar la historia desde otra perspectiva.
Esta tensión entre la experiencia del pescador y la actitud del discípulo que acoge la palabra profética se resuelve cuando Simón –que ahora es llamado en el texto Simón Pedro– ve. Quien es el patrón de la barca acoge la palabra del Maestro y pasa a ser discípulo: «Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas a los pies de Jesús».
Esta mirada de Simón Pedro es la mirada de un discípulo, de un creyente, y esta mirada precisamente conlleva el reconocimiento de la pequeñez del hombre ante el misterio: «¡Retírate de mí, Señor, que soy un pecador!». Más que mirar hacia un pasado de posibles faltas, aquí Simón Pedro está confesando lo limitado de la condición humana y por ello precisamente implora clemencia. Se abre entonces la realidad de salvación que se manifiesta en la misma existencia del hombre y de ahora en adelante no podrá seguir viviendo de la misma manera como lo ha hecho hasta hoy.
Pero también en las palabras del pescador, Jesús ha dejado de ser el jefe (en el texto griego Simón se había dirigido a Jesús llamándolo ‘epistátes’, jefe, que la traducción de leccionario vierte por ‘maestro’) para ser invocado como ‘Señor’, que la manera de referirse a Dios.
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