LITURGIA Febrero 26Hacer presente el Reino en el mundo

En la lectura que venimos siguiendo del sermón de la montaña, los fragmentos escuchados en los dos últimos domingos nos orientaron hacia el esclarecimiento de la…
El leccionario de la Misa ambienta con tres versículos de la profecía de Isaías (49, 14-15) la enseñanza de Jesús en el evangelio de este domingo. El inicio del texto de la primera lectura refiere la situación de los desterrados a Babilonia: los israelitas, lejos de su tierra, pensaban que Dios ya no se ocupara de ellos; en esas condiciones el profeta busca animar la esperanza proclamando que el amor de Dios es invencible. Esta profecía del antiguo Testamento nos da ánimos para comprender que Dios ama y cuida a los seres humanos porque son hijos de Él.
Hoy también el cristiano está expuesto a la tentación de olvidar que Dios siempre se ocupa de sus hijos; un ambiente de pos-cristiandad puede mover al discípulo hacia la búsqueda de seguridad en lo inmediato y por llegar incluso a vivir de espaldas al proyecto del Reino que Dios viene realizando en todo ser humano.
En la pregunta retórica de Jesús, «¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?», la expresión ‘poca fe’ traduce el sustantivo griego ‘oligopistioi’ que se puede también interpretar como ‘pusilánimes’. La pusilanimidad precisamente riñe con la resolución clara que Jesús pide al discípulo frente al proyecto del Reino, resolución que no admite medias tintas: «No es posible servir a Dios y al dinero».
Pensamos que la alternativa ‘Dios o el dinero’ puede sonar más cercana a los hombres de nuestro tiempo en términos de ‘ética o economía salvaje’. Vemos entonces que la advertencia de Jesús en el evangelio de este domingo pone en evidencia que el afán desmedido por asegurar lo inmediato auto margina al discípulo del proyecto del Reino y de la justicia de Dios.
Es preciso advertir otra trampa. Cuando el Reino está contrastado con la historia hay quienes eluden la responsabilidad presente planteando el dilema en términos de cuerpo/alma, cosas materiales/cosas espirituales. Frente a esta vía falsa de escape conviene notar Jesús ejemplifica su denuncia en el evangelio de este domingo con situaciones que constituyen aspectos que engloban la totalidad del ser humano. Así, al referirse al afán desmedido, el Maestro habla de querer asegurar la vida –‘psyqué’– y el cuerpo –‘soma’–; y al ejemplificar el cuidado de Dios con las aves menciona actividades que generalmente ocupa a varones: sembrar, cosechar y almacenar en silos; mientras que al referirse a las flores cita oficios que suelen ser desempeñados por mujeres: trabajos (de casa) e hilar. La ‘psyqué’ y el ‘soma’, el varón y la mujer.
Jesús advierte que la primera preocupación del discípulo tiene por objeto que el Reino de Dios llegue a ser realidad en la historia para que de esta manera se realice la justicia de Dios. Desde el inicio del sermón de la montaña se viene reconociendo como nervio el tema de la justicia de Dios; al mismo tiempo hemos venido comprendiendo que esta propuesta de la justicia de Dios hace referencia al proyecto de transformar la existencia de los hombres para que sean santos (justos).
En este sentido, que un hombre sea justo quiere decir que en sus relacione con los demás hombres y con el mundo él actúa según el espíritu de la bienaventuranzas. El Reino se hace realidad en nuestro mundo en la medida en que el hombre se deja transformar por la justicia de Dios. Para actuar con mayor libertad, Jesús quiere posponer de sus discípulos la preocupación por el objetivo primario de la subsistencia, de ella se encarga ya el Padre del cielo.
Imágenes: Misioneros del Sagrado Corazón en el Perú, strachan.uphero.com
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