LITURGIA Enero 29 La necesidad de conversión para hacer presente entre nosotros el Reino de los cielos

El domingo anterior iniciamos la lectura del relato del evangelio según San Mateo, en la primera parte del evangelio de la Misa de hace ocho días Mateo, al contarnos el…
El evangelio de este domingo se abre con la expectativa de la multitud, son muchos los que se congregan en torno a Jesús; entonces él pasa a exponerles el programa del Reino, para ello encuentra en una montaña una especie de cátedra desde donde ejerce su magisterio. La acción de subir a la montaña para exponer el proyecto de Dios para el mundo evoca la figura de Moisés quien en la montaña del Sinaí recibe de Dios las cláusulas de la alianza con Israel.
En la narración de Mateo, el Sermón de la montaña viene a ser la ampliación de anuncio kerigmático de Jesús que escuchamos el domingo anterior; al ir siguiendo las palabras de Jesús iremos captando que el Reino de los cielos es una realidad de salvación que Dios pone al alcance de las posibilidades del ser humano.
En el Sermón de la montaña, la enseñanza de Jesús sobre el Reino se abre con la exposición de nueve declaraciones de felicidad insuperable que el hombre puede gozar; esta situación de felicidad se nombra en el texto griego con el término ‘makarioi’, que en nuestra lengua se ha traducido por bienaventurados, felices o dichosos.
Estas declaraciones hay que recibirlas como ampliación o explicación del anuncio kerigmático sobre la cercanía o llegada inminente del Reino anunciado y esperado. A quienes comenzaron a seguirlo, cautivados quizá por el primer anuncio, Jesús les descubre la manera de ser participar aquí y ahora del Reino.
Sin embargo, el contenido y razón de cada una de estas declaraciones sobre una felicidad insuperable –‘makarismo’– no es lo que uno cabía esperar; estas declaraciones contrastan con lo acostumbrado porque el Reino es una realidad de gracia que Dios otorga al ser humano, de ahí el llamado inicial de Jesús «Vuelvan a Dios, porque ya llega su reinado».
Para captar el sentido auténtico de las bienaventuranzas es necesario tener en cuenta el llamado a la conversión. Quien no está dispuesto a ordenar la existencia de cara a Dios puede llegar a pensar en las bienaventuranzas como unas promesas de futuro o un llamado a vivir situaciones de pobreza, humildad, etc. para acceder a una recompensa después de la muerte.
La invitación para volver a Dios –conversión– es la clave para ir descifrando el anuncio que Jesús hace del Reino, porque el Reino es proyecto que Dios realiza en la historia y esto conlleva ir desalojando de la vida de las personas realidades de injusticia, de deshumanización, de pecado.
Pasando a un aspecto más formal, las nueve bienaventuranzas se pueden disponer en dos series de cuatro más la última, más extensa. Las cuatro primeras expresan situaciones de personas necesitadas o insatisfechas: las que tienen espíritu de pobres, las que sufren, los humildes, los sedientos de justicia. Las cuatro de la segunda serie expresan actividades: los que actúan con misericordia, los que miran limpiamente, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa de la justicia.
En el contexto de la conversión que venimos proponiendo como clave de interpretación, podemos entender en la primera serie de cuatro el anclaje histórico del proyecto del Reino, esto es en la insatisfacción o sentido crítico frente a lo simplemente dado. El Reino es gracia que se manifiesta
transformando la historia y la primera expresión de esta gracia que hace presente el Reino se revela llevando a la persona a tener hambre y sed de la justicia que Dios quiere para el mundo.
La segunda serie tiene que ver más con la acción para hacer presente el Reino en la historia: obrar con misericordia, ser artesano de paz… pero advierte el choque contra el sistema: llegar a ser perseguido por practicar la justicia.
El sustantivo justicia está presente en la última bienaventuranza de cada serie; en la primera como si fuera una consecuencia de la indigencia existencial: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia», en la segunda como el desenlace de trabajar por el proyecto del Reino: «Dichosos los perseguidos por practicar la justicia». Desde esta perspectiva adquiere centralidad el concepto de justicia como contenido y expresión del Reino de los cielos.
Imagen: Somos la clave
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