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Liturgia: El silencio de los discípulos

19 de septiembre de 2021
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Hace ocho días iniciamos la lectura de la segunda parte del relato del evangelio según san Marcos, en esta sección el evangelista expone la formación de los discípulos que Jesús realiza precisamente yendo de camino hacia Jerusalén, donde entregará su vida. Al iniciar esta nueva parte, Marcos nos advirtió que en la historia contada se trenzan la formación que realiza Jesús y la resistencia que se da en los discípulos para asumir el estilo de vida que propone el Maestro. Anotaba el evangelista que «Jesús empezó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho», y Pedro también empezó a ponerle reparos.

Jesús se dirige desde Cesarea de Filipo, al norte, hacia Jerusalén, al sur; en los versículos que leemos hoy tenemos la segunda etapa del viaje que transcurre por el territorio de Galilea. Jesús dio comienzo a su ministerio en Galilea y allí se agolpaba la multitud en torno a Él, pero ahora quiere pasar desapercibido, «porque iba instruyendo a sus discípulos». Notemos aquí la intencionalidad de la formación de los discípulos antes de que ellos salgan a anunciar que Jesús es el Mesías.

Esta enseñanza en secreto se refiere al destino del Mesías, o mejor, a la manera como Jesús es el Salvador y en consecuencia se nos revela en qué consiste la salvación que Dios realiza en nosotros por Jesucristo. El evangelio de la misa de este domingo (Marcos 9, 30-37) tiene dos partes, el texto se abre con lo que se conoce como ‘el segundo anuncio sobre la pasión’, después el relato pasa a referir la incomprensión de los discípulos frente al proyecto de Dios sobre el Mesías.

Jesús anuncia que «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días, resucitará». Este tema de la entrega –‘ser entregado’– aparece varias veces en el relato de Marcos, en el caso del texto que leemos hoy Jesús anuncia que Dios entrega a su Hijo en manos de los hombres.

Este anuncio hay que comprenderlo bien, pues leído superficialmente lleva a algunos a afirmar que Dios desea la muerte de Jesús y por ello lo entrega.

Pensamos que lo que el texto da a entender es que Dios quiere que su Hijo asuma desde dentro el designio humano, esto es, que Dios ‘pone en mano de los hombres’ al Mesías y los hombres lo matan. De esta forma se ilumina la salvación que ofrece Jesús. En un texto en el que San Pablo presenta la salvación que Dios ofrece en Jesucristo, afirma que mientras «los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría, nosotros anunciamos un Mesías crucificado» (1 Corintios 1, 22-23), es decir, que mientras los judíos entienden la salvación desde el poder de Dios realizando prodigios y los griegos buscan una comprensión racional del hombre y del mundo, el cristianismo revela que la salvación consiste en entregar la vida.

En este punto aparece lo más relevante para nuestra lectura continua del relato de Marcos: la incomprensión de los discípulos. «Ellos no entendían lo que decía», ellos no aceptan que el Mesías muera, entonces su reacción es guardar silencio: «y les daba miedo preguntarle».

En la segunda parte del evangelio de la misa de este domingo se ofrece otra perspectiva de la incomprensión de los discípulos. Mientras que Jesús insiste en entregar la vida para ganarla, ellos se preocupan por quién podrá ocupar el primer puesto; no quieren compartir el destino del Mesías, por ahora están preocupados por el poder.

Jesús confronta a sus discípulos preguntándoles de qué discutían por el camino, pero lo impropio de la discusión frente a la propuesta del Mesías nos trae de nuevo al silencio de los discípulos. Ahora la respuesta de Jesús es solemne: «Se sentó, llamó a los Doce y les dijo…».

Jesús no se manifiesta contrario a que haya un ‘primero’ entre los discípulos, pero advierte en qué consiste ser el primero: «que sea el último de todos y el servidor de todos». Luego, mediante un gesto simbólico explica en qué consiste hacerse último: convertirse en servidor de los más débiles. La figura de ‘servir a un niño’ hace presente la situación de servir a aquellos que no

están en posibilidad de recompensar, de dar algo a cambio del servicio que se les presta. Gastar la vida, ‘invertirla’ a fondo perdido, en esto consiste hacerse último para ser el primero.

Hablar de ‘nueva evangelización’ ha de entenderse como proponer el Evangelio, no desde el poder y la fuerza, sino desde la debilidad y la solidaridad; invitar al seguimiento de Jesús y proponer que salvarse es compartir el destino ∫del Mesías.

Fuente:
Padre Tadeo Albarracín
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