Pasar al contenido principal
#397dff

Liturgia Diciembre 14Atestiguar cómo la luz vence en nosotros las tinieblas

11 de diciembre de 2014
Liturgia Diciembre 14Atestiguar cómo la luz vence en nosotros las tinieblas

La liturgia de este domingo, llamado ‘gaudete’ por la antífona de entrada de la Misa (Filipenses 4, 4-5: «Gaudete in Domino» –gócense en el Señor–) pone ente nosotros un…

Dentro de nuestro trabajo de estas semanas de Adviento, hace ocho días la liturgia de la Misa orientó nuestra contemplación hacia el desierto como el lugar óptimo para perfilar nuestra condición de profetas y así descubrir el camino del Señor, en este domingo los textos nos presentan el modelo de la vocación y misión de profeta realizado en la persona de Juan el Bautista. 

En la primera lectura de la Misa de hoy el profeta es presentado como portador de buenas noticias –del Evangelio–, al tiempo que se aclara que su misión es el fruto de la presencia del Espíritu de Dios en él. El encuentro con el amor de Dios en la intimidad, en el desierto, impulsa al profeta a anunciar la alegría de la liberación. La toma de conciencia de esta proximidad de Dios es el manantial de la acción evangelizadora (Evangelii gaudium, 8). 

El texto de San Pablo que escuchamos en la segunda lectura (1Tesalonicenses 5, 16-24) es otra invitación a la alegría, ésta unida a la oración y a la acción de gracias son necesarias para que no se apague el Espíritu y con ello no se extinga en nosotros el don de la profecía. Dicho de otra forma, la alegría, la oración y la acción de gracias son necesarias para mantener la comunión con el Espíritu y así discernir para elegir lo bueno.  

El texto del evangelio está conformado por dos partes tomadas del capítulo primero del evangelio según san Juan (1, 6-8.19-28). La primera pertenece al poema con el que el evangelista inicia su escrito, en la segunda tenemos el testimonio de Juan el Bautista. 

El poema prólogo del evangelio según San Juan se abre presentando la obra de Dios y del Logos en el mundo, esta obra se expone en términos de la victoria de la luz sobre las tinieblas, entonces se necesita de alguien que atestigüe esta victoria, alguien elegido «para dar testimonio de la luz». Con este propósito Dios envía un hombre llamado Juan, él es el encargado de proclamar la presencia de la luz en el mundo para que todos los hombres lleguen a la fe. 

Esta primera parte del evangelio de la Misa de hoy, que la entendemos referida a la vocación del profeta, nos recuerda que la vocación surge de la intimidad de Dios: «Enviado de parte de Dios». De esta misma forma es como el evangelio de Juan dice también del envío del Hijo y del envío del Espíritu Santo. El domingo pasado los textos de la liturgia nos llevaban a comprender que el profeta –el hombre de la sabiduría divina– se forja en el desierto, en lo que para la Escritura es la situación de la íntima proximidad de Dios 

La misión del profeta tiene su origen en Dios mismo y por ello su vocación se forja en la hondura fecunda de la oración. Nosotros, que hemos sido consagrados profetas en el bautismo, necesitamos convencernos de que nuestra vida cristiana no se puede seguir nutriendo solamente de devociones, la nueva evangelización precisa de profetas que en la íntima proximidad de Dios lleguen a descubrir su propia existencia como victoria de la luz sobre las tinieblas. Los nuevos evangelizadores serán hombres y mujeres que llegan a descubrir cómo Dios está realizando su proyecto de salvación en cada ser humano. 

La segunda parte del evangelio nos ofrece el testimonio de Juan el Bautista ante los encuestadores enviados por las autoridades religiosas judías, aquí hallamos la misión del profeta. En las preguntas de los encuestadores se reflejan las expectativas de salvación del judaísmo de ese tiempo, como diríamos hoy, las preguntas ‘parten de la realidad’, de modo que el testimonio de Juan toca la realidad de las personas de su tiempo. 

Después de un inicio negativo –Yo no soy el Mesías, ni Elías ni el profeta anunciado– tenemos dos anuncios destacados como parte del testimonio de JuanEn un primer anuncio dice: «Yo soy ‘una voz que grita en el desierto (…)’, como dijo el profeta Isaías». Vemos que eBautista se presenta en continuidad con el pasado del pueblo de Israel y ello avalado por la profecía; la Escritura ha llevado a Juan el Bautista a reconocer su identidad y su misión dentro de la historia de salvación que Dios viene realizando. El Bautista es consciente de que actualiza una promesa y por ello precisamente lanza una llamada. 

El segundo anuncio del testimonio de Juan se refiere a la acción simbólica del bautismo: «Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta anunciado, ¿por qué bautizas?» El Bautista manifiesta que este gesto que se puede entender como rito de purificación y conversión– ambienta la presencia oculta del Mesías. El bautismo de Juan es preparación para la manifestación plena de Dios en Jesucristo, «a quien ustedes no conocen». 

La manifestación del Mesías no se logra por especulaciones humanas, es iniciativa de Dios, entonces es necesario seguir la experiencia de Juan el Bautista, esto es, volver al desierto para que en la íntima proximidad de Dios reconozcamos cómo en cada uno de nosotros la luz vence a las tinieblas. 

Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Otras noticias

#397dff
#2f74c6

Noticias relacionadas