Liturgia: Comentario al Evangelio del domingo
San Juan nos da hoy en el Evangelio una hermosa lección de Cristología. Al ver que Jesús se acercaba, Juan el Bautista, en un monólogo, da testimonio explícito de Él; anuncia quién es Jesús, pues ve con sus propios ojos al Espíritu que bajaba y se posaba sobre Él. No solo perdona los pecados, sino que “Quita el pecado del mundo” como Cordero de Dios, y bautizará con Espíritu Santo. Es el propio Hijo de Dios, dado por el Padre como prueba de su amor a los hombres, para que todos tengamos vida eterna y ninguno de los que creen en Él, perezca. (ver Juan 3,16).
Juan Bautista afirma que ha visto y por eso da testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios y que con el Bautismo, a los crean en Él les va a comunicar la plenitud del Espíritu de Dios. Es la misión del Señor Jesús en la tierra.
Nace el Cristianismo, surge el ser cristiano. Es algo así como si recibiéramos un baño interior; es el Espíritu fuente de vida nueva, que penetra y transforma el corazón de los hombres y las mujeres y nos hace hijos de Dios. Es entonces, hermanos, cuando tiene comienzo en cada uno de nosotros ese largo proceso de crecer en la fe en Dios, en el amor a Él y a los hermanos. El fuego del Espíritu nos hace crecer espiritualmente, santifica nuestra vida y nos enseña a ser fieles a Jesús mientras vivimos en este mundo.
El Hijo de Dios viene a “Quitar el pecado del mundo”. Es lo que, nosotros los bautizados, sus discípulos, sus seguidores, tenemos que hacer con la luz y la fuerza del Espíritu. Todo lo que sea rechazo del Reino de Dios, todo lo que sea olvido o burla de su Ley, toda forma de odio y violencia, todo lo que nos deshumanice, todo lo que nos lleve a desconocer a Dios como Padre; eso es lo que hay que quitar.
Esa es nuestra tarea en el hoy de nuestra historia patria. ¿O es que resolvimos ahora construir una Colombia sin Dios? San Juan nos lo dice hoy en la Eucaristía dominical: “Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
El Papa Benedicto XVI en su Testamento Espiritual nos dejó esta sabia exhortación: “Manteneos firmes en la fe, no os dejéis confundir”.
Padre Carlos Marin
Fuente Disminuir
Fuente