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Liturgia: Comentario al Evangelio del domingo 

11 de diciembre de 2022
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Domingo III de Adviento San Mateo (11, 2-11)

Buena pregunta hecha por Juan desde la cárcel: ¿Eres tú el que ha de venir…? El que realiza los signos anunciados por los profetas: perdonar los pecados y sanar a los enfermos, es el Dios Salvador, es Jesús.

Perdonar, curar, sanar, sembrar vida, salud, esperanza, traer Buena Noticia: esa es su verdadera identidad. Así hace Jesús presente el Reino de Dios. El Salmo 145 es una súplica: ven Señor a salvarnos. El Apóstol Santiago nos exhorta a vivir la vida cristiana en perspectiva de la segunda venida, pero con una esperanza firme y alegre.

Hermanos: el elogio que Jesús hace de Juan, el precursor, nos revela qué es lo que Dios quiere y espera de nosotros, y qué es lo que nos hace verdaderos seguidores o discípulos suyos: Anunciar y vivir la Buena Noticia del amor de Dios. El conoce nuestras debilidades y carencias, nuestros errores e infidelidades, nuestras dudas, miedos y cobardías. Y sigue contando con nosotros. Nos necesita comprometidos con los signos de la presencia del Reino de Dios.

Esos signos no son otros que ser como Jesús, vivir como vivió Jesús, amar y servir como lo hizo Jesús, sembrar vida, sanar, perdonar. Qué bella tarea, qué compromiso, qué responsabilidad la nuestra, la de los cristianos de hoy en nuestra patria y en el mundo entero. Pero… ¿Estamos cumpliendo la tarea? ¿Por qué hay en nuestra querida patria colombiana, corrupción, mala fe y violencia fratricida? Esos signos son, sin duda alguna, una negación manifiesta de la presencia del Reino de Dios entre nosotros. Acaso, ¿queremos una nación sin el que ha de venir, Jesús el Salvador?

Si nuestras comunidades cristianas, parroquiales, no son más creativas y más comprometidas en la búsqueda y encuentro de nuevos caminos para hacer presente el Reino de Dios en la mente y en el corazón de los hijos de Dios que viven en medio de una sociedad que se muestra confundida, apática y frívola en extremo, eso no sucederá.

Si no somos conscientes de que evangelizar es tarea de todos, de que tenemos que vivir y actuar como testigos fieles y llenos de la fuerza del

Espíritu Santo en la confesión y defensa de nuestra fe en un Dios que salva, que ama, sirve y defiende la vida, eso no sucederá.

También, entre nosotros empiezan a hacerse sentir cristianos que hoy se autocalifican de progresistas y andan diciendo que <<Dios se equivocó>>, que <<hay que corregirlo>> y que por eso ellos quieren <<una iglesia nueva>> y ser cristianos, pero a la manera de cada quien, A ellos les decimos: La fidelidad al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y a su Iglesia no es negociable.

Saludo y bendición. P. Carlos Marín G.

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