Pasar al contenido principal
#397dff

LITURGIA Abril 3El tiempo de la mistagogía

31 de marzo de 2016

La oración colecta de la misa de este domingo invita a asumir el tiempo de Pascua como días para la mistagogía

 «Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de tu pueblo santo con la celebración de las fiestas pascuales: aumenta en nosotros los dones de tu gracia para que todos comprendamos mejor el sentido del bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha regenerado y de la sangre que nos ha redimido». La mistagogía busca llevar a los bautizados a entrar en comunión consciente con el proyecto de Dios –el ‘misterio’– a través de los signos de la liturgia.

En la celebración de este domingo la Iglesia manifiesta que mediante la actualización anual de la Pascua Dios reaviva la fe de los discípulos de Jesús y a partir de ello en su oración demanda que esta gracia lleve a los cristianos a una mejor comprensión de los sacramentos de la iniciación: bautismo, confirmación y Eucaristía.

En el marco del PlanE, los diagnósticos realizados en la arquidiócesis de Bogotá sobre la manera como se celebra la liturgia manifiestan que la celebraciones no se destacan precisamente por participar en el misterio; esta afirmación es una grave denuncia en el sentido de que en muchas ocasiones quienes se reúnen para los actos litúrgicos encuentran dificultad para tener una experiencia de comunión con la Pascua de Jesucristo en la celebración, como si la misma celebración no trascendiera lo lúdico o fraterno.

La oración colecta de este domingo estimula a la catequesis mistagógica partiendo de la gracia –don de Dios– para buscar una mayor comprensión del misterio que por la celebración de la Iglesia se actualiza en los sacramentos. Los textos del evangelio en la misa diaria durante estas semanas puede ser una buena guía; a partir de mañana, lunes, y hasta el jueves, el capítulo tres del evangelio según San Juan ayuda a profundizar en la verdad del bautismo.

Desde el viernes de la primera semana de Pascua y hasta el sábado de la segunda semana el capítulo seis del cuarto evangelio pone delante el misterio de la vida comunicada por medio del pan bajado del cielo. Las últimas semanas de Pascua, en la lectura del discurso de despedida de Jesús, la promesa del Paráclito puede servir para comprender el sentido de la confirmación con base en la misión del Espíritu Santo.

De otra parte, los textos bíblicos de la misa de este domingo invitan a tomar consciencia de la presencia del Resucitado en medio de la comunidad de discípulos. La primera lectura (Hechos 5, 12-16) muestra cómo la acción liberadora de Jesús continúa en la historia por medio de la Iglesia; en este texto se mencionan tres grupos: los Apóstoles, la comunidad de discípulos y el pueblo (de Israel) que se diferencia de la Iglesia.

La actividad liberadora de la Iglesia (Apóstoles y discípulos) comienza a manifestare en el pórtico del Templo, luego su influjo se va extendiendo a las plazas y a los pueblos de las cercanías de Jerusalén. La mención de la sombra de Pedro no se ha de interpretar como algo mágico sino como expresión de la presencia física de los discípulos que por sí ya logra crear un ámbito diferente para las personas.

La segunda lectura (Apocalipsis 1, 9-11a.12-13.17-19) refiere la visión inaugural del Apocalipsis. Esta visión inaugural está acompañada de palabras que esclarecen el sentido. El revelador de la visión es Jesucristo, muerto y ahora resucitado, principio y fin de la historia, y Él mismo invita al vidente a poner por escrito todo lo que vea. Este es el contenido del libro de donde se toman los textos de la segunda lectura los domingos de Pascua de este año –ciclo C–.

En el evangelio (Juan 20, 19-31) hay tres partes diferentes, las dos primeras narran la aparición del Resucitado a los discípulos, una el mismo día de la resurrección, al atardecer, la otra «ocho días después». La presencia/ausencia de Tomás marca la de continuidad de estas dos partes y sirve para enlazar la conclusión en la tercera parte.

A lo largo de la narración del cuarto evangelio se ha dicho en varias ocasiones que es preciso ver para llegar a creer: «¡Si no ven signos, no creerán jamás!» (4, 48), Tomás ha asumido esta forma de llegar a la fe, de manera que después de la primera aparición del resucitado, cuando los discípulos lo invitan a creer, él responde: «Mientras no le vea en las manos la marca de los clavos (…) no creeré». Sin embargo, en el encuentro con el Resucitado, Jesús señala un nuevo camino para la fe: «¡Dichosos los que creen sin haber visto!».

Este nuevo camino lo expone el autor del cuarto evangelio en la conclusión que se lee a continuación: «Estos [hechos a través de los cuales se revelo Jesús] han quedado consignados para que crear que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengan vida en su nombre». A partir de la glorificación de Jesús (su Pascua) el texto del evangelio es el punto de partida para la fe. Si antes era ‘ver para creer’, ahora es ‘leer para creer’.

 

Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Otras noticias

#397dff
#2f74c6

Noticias relacionadas