LITURGIA Abril 30Nuestra dificultad para reconocer al Resucitado

Desarrollando la propuesta mistagógica para estos días del tiempo pascual, la celebración de este domingo nos ayuda a comprender que la celebración del misterio lleva a…
En el anuncio kerigmático de la primera lectura (Hechos 2, 14.22-33) el apóstol Pedro presenta la muerte y la resurrección de Jesús de Nazaret como la realización del proyecto de Dios: «Ustedes [los judíos] lo entregaron y le quitaron la vida clavándolo en la cruz por manos de paganos, siguiendo sin saberlo un plan trazado por Dios, que todo lo prevé. Por eso Dios lo resucitó poniendo fin al suplicio de la muerte. ¡Imposible que la muerte lo retuviera bajo su dominio!».
El texto presenta la resurrección como cumplimiento del proyecto de Dios en Jesús: «¡Imposible que la muerte lo retuviera bajo su dominio!». En la realización de este plan, Dios lo resucitó «poniendo fin al suplicio de la muerte». Y si en Jesús de Nazaret Dios revela el plan divino para cada ser humano, podemos comprender que con la resurrección de Jesús se está revelando que la muerte no puede frustrar el designio de Dios de hacer partícipe al ser humano de la vida plena en Él.
La segunda lectura de la misa de este domingo (1Pedro 1, 17-21) parte recordando la vida del discípulo como el comportamiento de un hijo de Dios en circunstancias históricas propias, de este inicio el autor pasa a exponer el origen de esta nueva condición de hijos de Dios: ustedes fueron rescatados de una vida vacía, «y el precio de su rescate fue la sangre de Cristo, el cordero inmaculado y sin defecto». Esta mención del cordero en el lenguaje bíblico nos pone a pensar en la expiación y en la reconciliación con Dios. Así tenemos que la condición de hijos de Dios implica la rehabilitación del liberado por Cristo para llevar una nueva existencia.
El muy conocido episodio de los discípulos de Emaús (Lucas 24, 13-35) que escuchamos en el evangelio de la misa de hoy tiene un hondo sentido mistagógico: Jesús, en cuanto hermeneuta lleva a los discípulos a través del sentido profundo de la Escritura y así los capacita para que sean capaces de experimentar el misterio de la presencia del Resucitado. El Directorio homilético (Sagrada congregación para el Culto divino, 29 de junio de 2014) señala que «la homilía dispone a la comunidad a la celebración eucarística y a reconocer que aquí es dónde compartimos verdaderamente el misterio de la muerte y resurrección del Señor » (13).
Tanto en el relato del evangelio según San Lucas como en el libro de los Hechos es importante Jerusalén, precisamente comenzando desde Jerusalén (Lucas 24, 47), los discípulos llevan el mensaje del Evangelio a todo el mundo. El episodio que leemos hoy principia con dos discípulos que salen de Jerusalén, podemos entender que con esta mención el evangelista nos quiere hacer pensar en el tiempo de la misión para proponernos cómo reconocer la presencia sacramental de Jesús en la Iglesia a través de la Escritura y del gesto ritual.
El episodio de los discípulos de Emaús, como la mayoría de los relatos de manifestación del Resucitado, inicia presentando la incapacidad de los discípulos para reconocerlo, en el caso presente esta incapacidad consiste en el deseo de ver, de tocar, de probar; hay que renunciar al deseo de querer dominar para aceptar la palabra que viene del Resucitado, palabra que lleva a reconocer su presencia en la historia.
La conversación con el ‘peregrino misterioso’ pone en evidencia las dificultades de quienes inician una nueva experiencia pero se niegan a renunciar a aquello que les ha venido dando seguridad. Los criterios ‘de siempre’ llevan al Jesús profeta, al hombre acreditado mediante milagros, pero impiden aceptar el testimonio de las mujeres y más aún, reconocer la presencia del Resucitado.
El destino mesiánico que expone el compañero anónimo a través de la Escritura señala el camino de la entrega como la clave para comprender la Pascua. Desde la Escritura, interpretada desde la entrega del Mesías, podemos reconocer al Resucitado en los gestos que la Iglesia hace en su nombre.
Imágenes: Padre Nuestro - blogger , meditaenpaz - WordPress.com
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