Liturgia 1 de febreroLección primera en el aprendizaje de «pescar hombres»

Hace ocho días iniciamos nuestra lectura del relato del evangelio según San Marcos, la actividad de Jesús descubriéndonos la cercanía del Reino de Dios principiaba…
El episodio del evangelio de hoy presenta la primera lección de Jesús en el aprendizaje de ‘pescar hombres’; esta primera lección del magisterio de Jesús está enmarcada (al principio y al final) por la afirmación de su ‘enseñanza con autoridad’. Al principio los asistentes a la sinagoga de Cafarnaúm contrastan el estilo de Jesús con el de ‘sus’ maestros para hacer constar que Jesús ‘enseña con autoridad’; en la conclusión, la reacción ante la liberación del endemoniado lleva a los testigos a reconocer ‘una manera nueva de enseñar, con autoridad’.
En estos casos el texto griego emplea el término ‘exoysía’ para referirse al modo como el pueblo reunido en la sinagoga recibe la enseñanza de Jesús. ‘Exoysía’ es traducido mayoritariamente en castellano como ‘poder’, tenemos entonces que literalmente Marcos dice que los testigos en la sinagoga reconocen estar ante una ‘enseñanza con poder’. El leccionario de la Misa traduce «enseñanza con autoridad». ¿Qué relación hay entre los conceptos ‘poder’ y ‘autoridad’?
Actuar, hablar o enseñar ‘con poder’ nos hace pensar en una actuación con la fuerza del Estado o de lo institucional, entonces estaríamos ante una persona revestida o respaldada por algo o por alguien fuera de ella. Algo distinto es actuar, hablar o enseñar ‘con autoridad’; en este caso se trata de una persona en la que reconocemos en ella misma la fuerza de su actuar. Al decir que Jesús enseña con autoridad, se reconoce que la eficacia de su obrar no está en algo o en alguien diferente a él, sino que viene de él mismo.
En el episodio que comentamos, no podemos dejar de largo la dimensión de poder (‘exoysía’). La manera como está escrito el texto nos invita a reconocer que la enseñanza de Jesús no se reduce al plano de lo intelectual o meramente especulativo, sino que su palabra transforma la realidad. Con esto pasamos al episodio de la liberación del endemoniado.
Con algo de ironía, Marcos sitúa a un endemoniado en medio de la reunión de la sinagoga. El texto se refiere a la situación de este hombre que «tenía un espíritu maligno». El espíritu ‘maligno’ caracteriza la situación de una persona fuera del ámbito divino, una persona fuera del ámbito en donde Dios actúa, es decir, fuera del Reino; lo contrario, es la condición del hombre que tiene el Espíritu Santo.
Interesante notar la incoherencia gramatical en el parlamento de este hombre. Grita tres frases, las dos primeras están en plural («¡Déjanos en paz! ¡Viniste a destruirnos!»), la tercera frase la expresa en singular («Yo sé quién eres»). Esta incoherencia gramatical bien describe la situación de fractura interna, de contradicción. El espíritu maligno crea dispersión.
Pero lo central es la intervención de Jesús, su palabra con autoridad: el espíritu maligno sacudió al hombre, gritó el hombre y quedó libre de dominio del mal. Esto es pescar hombres: sustraer a la persona del ámbito de la marginación; arrancarle al mal el hombre para hacerlo libre, pasarlo del dominio del mal al ámbito donde Dios actúa.
Esta es la primea lección en el aprendizaje para llegar a ser pescador de hombres, rescatar al ser humano de las situaciones que deshumanizan, regresar al ser humano a su ámbito propio, que es el de Dios.
En muchos casos el trabajo de la evangelización tiene que comenzar por volver a las personas al ámbito de Dios y esto más que doctrinas. En no pocas ocasionas el trabajo evangelizador de la Iglesia tiene que comenzar por ayudarle a la misma persona a reconocer su dignidad, a sensibilizarla para ser consciente del amor de Dios, fuente de vida. Ahí comienza el Reino. Así comenzó Jesús su evangelización.
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