Lo han visto y han comido con Él ya resucitado, sin embargo, algunos discípulos se muestran incrédulos y tercos en creer, Jesús se los echa en cara.
Antes de “subir al cielo y sentarse a la derecha de Dios Padre”, les confía la misión de ir por todo el mundo a pregonar la Buena Noticia. Ir, anunciar el Evangelio para que la humanidad entera lo conozca y lo viva. Esa es su misión.
Pero la Ascensión no es un irse, un alejarse, un dejarlos solos; es un nuevo modo de presencia de Jesús. El estará siempre con ellos.
La Ascensión del Señor es objeto de fe. Resurrección, exaltación, ascensión, sentarse a la derecha de Dios Padre, todo expresa la misma realidad. Dios Padre ha elevado a Jesús, su Hijo predilecto, el profeta de Galilea, azotado y crucificado por el poder civil, a la dignidad de Señor de la historia.
Se abre entonces un tiempo nuevo: el de la comunidad de los discípulos, el tiempo del testimonio, de la lucidez y la inteligencia históricas, de la constancia y la confianza en el obrar, de una Iglesia despierta y en salida; todo como signo de la presencia y del poder de Dios.
Ese mandato o misión de “Id por el mundo entero y proclamad el Evangelio” es también para nosotros como discípulos del Señor: somos enviados a hacer presente al hombre y a la mujer de nuestros días la Buena Noticia de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, y para ello es necesario conocer la vida de Jesús, encarnar el Evangelio, celebrar, contagiar la fe cristiana de manera que abramos el camino a la acción de Dios en la mente y en el corazón de todos nuestros hermanos.
Ahora bien… ¿qué hacer para que los colombianos de hoy, hombres y mujeres, conozcan la Buena Noticia de Jesús, el Mesías, Hijo de Dios, vivan de veras el Evangelio no por simple tradición, sino por atracción y por convicción, y lo vivan con alegría?
Palabra y testimonio de la Buena Nueva que, hoy, en medio de una criminalidad desbordada y de una corrupción que nos llena de honda preocupación, tiene que hacer que el Pueblo de Dios conozca el Evangelio de Dios y viva una esperanza Nueva.
Hoy en nuestro país se habla y se escribe sobre un futuro sombrío, sobre la multiplicidad de signos de decadencia moral y religiosa, de confusión, de rebeldía ciudadana, de no saber qué hacer. Esta realidad dolorosa debe motivarnos a encontrar una respuesta a esta pregunta: ¿Cómo proclamar la Buena Noticia a los colombianos de hoy?
San Marcos nos dice que después de la Ascensión de Jesús, los Apóstoles proclamaban el Evangelio por todas partes y el Señor actuaba con ellos. Nosotros tenemos que hacerlo por toda Colombia, el Señor Jesús vive y actuará con nosotros.
Padre Carlos Marín G.
Fuente Disminuir
Fuente