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Jesús nos da una lección de humanidad

21 de julio de 2024
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Cumplida su primera misión, los discípulos vuelven entusiasmados a reunirse con Jesús. No ocultan su satisfacción por lo que han hecho y enseñado, pero tampoco su cansancio: “No encontraban tiempo ni para comer”; por eso, en un gesto muy humano, Jesús los invita a descansar un poco en un sitio tranquilo y apartado. Es la preocupación, la dedicación de Jesús por formar a sus discípulos. 

Sin embargo, las cosas no salieron como se esperaban, porque la gente los siguió y se les adelantó. Al desembarcar y ver tanta gente, Jesús sintió lástima, se puso a enseñarles, y el tan merecido descanso ya no tuvo lugar.

Admiremos la actitud de Jesús. Sintió lástima de una multitud marginada de la vida, como ovejas sin pastor, despojado de sus tierras, alejado del templo pues era considerado impuro, sin voz, sin rostro, despreciado por falsos mesías. Así lo había dicho 6 siglos antes el profeta Ezequiel. (Ez.34.).  

Jesús se puso a enseñarles. Sintió compasión por ellos. Ese era la manera de ser de Jesús; nunca le estorbaba la gente. A nadie miró con indiferencia y menos con desprecio. Así fue recordado, admirado e imitado por las primeras generaciones de cristianos.  

Este momento de la vida de Jesús, como tantos otros narrados por San Marcos, nos sirven de guía para descubrir y celebrar la humanidad de Jesús; Él es verdadero Dios y verdadero hombre. Con su vida en la tierra Jesús nos dio la más perfecta lección de humanidad; lección que tiene que aprender todo aquel que quiera vivir una auténtica vida   cristiana.

Esta lección  nos está haciendo mucha falta en los años que estamos viviendo. Una palabra: deshumanización, bien puede constituir la síntesis final de todos los males, vergüenzas, crímenes atroces, corrupción, incertidumbre, que hoy ensombrecen el futuro de nuestra patria. 

¿Será que en vez de vivir en sociedad, en una nación libre y soberana, en orden, justicia y paz, en verdadera fraternidad, como seres humanos, como hijos de Dios,  preferimos otra cosa bien distinta, algo así como vivir sin  Dios y sin patria?   ¿Será que ya no queremos vivir según el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo-…? ¿Será que preferimos robar, mentir y cometer toda clase de crímenes? 

Señor Jesús, Dios y hombre verdadero, maestro de humanidad, enséñanos a vivir, a trabajar, a respetarnos, a amarnos como hijos tuyos, como hermanos, y no como enemigos unos de otros.   

Padre Carlos Marin G.

 

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