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Jesús, maestro de vida

7 de julio de 2024
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Jesús deja el entorno del lago de Galilea y regresa a su ciudad natal, Nazaret, en donde había una pequeña sinagoga en la cual los sábados se reunían todos para oír explicar las Sagradas Escrituras y hacer oración juntos.

A ella acudió Jesús para enseñar. Lo hacía con sabiduría y autoridad; ellos lo oían, se mostraban asombrados; pero era un asombro que no se traducía en alegría, esperanza y adhesión a su persona, sino en incomprensión y hasta en rechazo.

En Nazaret, les enseña a entender y a vivir la vida bajo el signo del amor, la alegría de vivir y la voluntad de crear un mundo más justo. Pero ellos se preguntan ¿Quién ha podido enseñarle un mensaje tan lleno de sabiduría? ¿De quién ha recibido ese poder para curar? Se sienten desconcertados.

Sus paisanos, no supieron descubrir en Él al profeta anunciado y esperado por siglos; se resistieron a abrirse al misterio de vida que se encierra en la persona de Jesús. La Escritura Sagrada les había dado las claves. Pero les faltaba algo que era definitivo: La fe. Creían que lo conocían suficientemente, sí, como hijo de José y de María, pero no como Mesías, como Hijo de Dios, como Salvador.

Es que para descubrir en Jesús que enseña con sabiduría y que tiene poder de hacer milagros, al Mesías prometido, anunciado y esperado, es absolutamente necesario ese don precioso que es la fe, si de veras queremos abrirnos al misterio de salvación que se encierra en su persona. Solo la fe nos lleva a dejarnos curar, es decir, ser salvados por Él.

El don de la fe nos lleva a descubrir tanto la divinidad como la humanidad de Jesús, esto es, al hijo de Dios encarnado en las entrañas purísimas de María. Quien tiene fe en el “el Hijo de Dios”, cree también en la humanidad salvadora de quien es verdadero Dios y verdadero hombre.

Nosotros, los colombianos de 2024, necesitamos su sabiduría si de veras queremos descubrirnos como seres humanos y vivir como tales. Necesitamos vivir aprendiendo de Jesús a ser sencillamente humanos; que Él sea nuestro maestro de vida y de conciencia de humanidad.

Los colombianos estamos enfermos, muy enfermos; somos violentos, nos hemos deshumanizado; obramos de mala fe, vendemos la propia conciencia por unos pesos, por un cargo público. Necesitamos aprender a vivir la fe en Jesús con suficiente hondura; a ser coherentes, a ser honestos con Dios; sólo así podremos ser curados por Él.

Y hoy tenemos que hacerlo si de veras nos queda algo de fe en Jesús, Dios y hombre verdadero, algo de respeto por la vida humana, algo de orgullo de patria, algo de derechos y deberes humanos, algo de honradez intelectual.

Padre Carlos Marín G.

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