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Jesús es la revelación del Padre

7 de mayo de 2023
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Se acerca el momento de la Ascensión del Señor a la diestra de Dios Padre. Antes de partir, Jesús da inicio a un largo discurso de despedida, y a las preguntas hechas por Tomás y Felipe, responde con nuevas y sorprendentes revelaciones sobre su filiación Divina, y su unión con el Padre. Jesús es la revelación del Padre. Juan 14, 1-12

Se va a prepararles y a prepararnos un lugar para llevarlos y llevarnos a la Casa del Padre, donde hay muchas moradas. Porque Él está en el Padre y el Padre en Él, y por eso quien lo ve a Él, ve al Padre, lo cual quiere decir que Él, Jesús, es el único camino para conocer al Padre y para ir a Él.

Hermanos: Ser cristiano es, antes que nada, creer en Jesús, creerle y confiar en Él. Es conocerlo, encontrarlo y seguirlo. Es poder decir desde la propia experiencia que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Y esto es posible si tenemos una mirada iluminada por la fe.

Y, en estos tiempos de confusión e incertidumbre cómo nos haría bien, más allá del miedo a la muerte, pensar y soñar en “Lo que seremos”, “En las cosas que veremos”, “En lo que Dios tiene preparado para los que lo aman”, en “Ser semejantes a Él y verlo tal cual es”, en “La ciudad santa, la Nueva Jerusalén, que baja del cielo de Dios, resplandeciente con la gloria de Dios”.

Soñar en las cosas de arriba mientras caminamos hacia la gloria de la cual goza nuestra Madre, la Virgen María. Soñar en el final de los tiempos cuando Jesús venga en toda su gloria, con todos sus ángeles. Soñar en cómo serán “Las bodas del Cordero” y en “Estar ante el trono del Cordero”.

Soñar despiertos en ver un día a Dios, en mirarlo cara a cara, porque “En la casa del Padre hay muchas moradas y Jesús ascendió al cielo a prepararnos una”, pues Él mismo lo ha prometido, de modo que “Donde Él esté, estaremos también nosotros”.

Pensar y soñar porque “Ya no habrá maldición alguna… Porque veremos su rostro y llevaremos su nombre en la frente, y no habrá noche, ni llanto, ni pena, ni dolor, y todo lo antiguo pasará. El enjugará las lágrimas de nuestros ojos, y por eso, aunque la certeza de morir nos entristece, también nos consuela la promesa cierta de una futura inmortalidad”.

Hermanos: Cuando nos sentimos tan frágiles, es cuando más deberíamos pensar en el cielo, en la morada que el Señor Jesús subió a preparar para nosotros.  Pensar y soñar en ver y gozar de Dios: Qué buen programa de vida para nosotros hombres y mujeres de fe en el amor de Dios, más allá de cualquier amenaza de enfermedad y de muerte.

Padre Carlos Marín G.

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