Es Dios quien en Jesucristo nos busca
En el propósito de ahondar en el Misterio de la Encarnación, en este domingo la Iglesia nos propone la solemnidad de la Epifanía, nombre griego para referirse a la…
Venimos recordando que en los días de la Navidad la Iglesia nos invita a acoger con agradecimiento el misterio de la encarnación del Hijo de Dios y ‘acoger con agradecimiento’ el misterio de la encarnación es reconocer que la salvación que Dios nos ofrece ha comenzado a ser realidad en la vida de cada ser humano, pues por el misterio de la encarnación, Dios se ha unido de alguna forma a todo hombre.
En el desarrollo de las celebraciones de estos días de Navidad venimos contemplando que el niño engendrado por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María es verdadero Dios y verdadero hombre, en la solemnidad de la Epifanía se nos revela que por diversos caminos el Padre del cielo está atrayendo a todos los pueblos de la tierra hacia Jesucristo para hacerlos partícipes de la salvación. Por el misterio de la encarnación estamos ciertos de que el camino de la salvación empieza en la realidad histórica de cada ser humano; en la misma humanidad que hay en cada hombre y en cada mujer Dios está llamando a todos los pueblos de la tierra a participar de la herencia de su Hijo.
En la revelación bíblica se puede seguir un avance en el descubrimiento de la universalidad de la salvación; con el paso del tiempo los profetas fueron ayudando a descubrir al pueblo de Israel que su elección por parte de Dios tiene alcance universal de modo que la salvación que Dios obra en la historia del pueblo de la antigua alianza es, por decirlo así, anticipo de lo que Dios mismo realizará en toda la humanidad. En este sentido el texto de la primera lectura de la Misa de hoy (Isaías 60, 1-6) manifiesta que aunque los pueblos de la tierra vivan en tinieblas, en Jerusalén ha comenzado a brillar la gloria del Señor de modo que todos los pueblos se dirigirán hacía allí para participar de esta luz.
San Pablo, en los versículos de la carta a los Efesios que escuchamos en la segunda lectura, nos lleva a entender que este proyecto de Dios que permanecía escondido –era misterio– se ha revelado y realizado en Jesucristo, por el Hijo de Dios hecho hombre, todos los hombres y mujeres «participamos de la misma herencia, del mismo cuerpo y de las mismas promesas que el pueblo de Israel».
Luego de esta preparación a través de las dos lecturas y del salmo, el episodio del evangelio de la Misa de este día lo comprendemos como la búsqueda de Dios que emprende el hombre guiado por Dios mismo. La búsqueda de Dios que el ser humano realiza no es más que el resultado del amor de Dios que nos busca a cada uno de nosotros, y mientras no nos dejemos conducir por este amor primero de Dios corremos el riesgo de equivocar el camino para este hallazgo.
El texto del evangelio, después de una breve ubicación que nos conecta con el nacimiento de Jesús, lo podemos dividir en dos partes, en la primera nos encontramos con el ‘falso rey de los judíos’, en la segunda hallamos al verdadero Rey de los judíos. En la breve introducción se nos refiere que unos magos o sabios venidos de Oriente buscan adorar al niño recién nacido, con el término ‘mago’ o ‘sabio’ el evangelio según San Mateo se refiere a personas de honda calidad humana, de vida interior, personas que quieren descubrir el sentido de la existencia y de los acontecimientos. Allí, en una vida profunda se ha iniciado la búsqueda de Dios.
La búsqueda de los sabios inquieta a Herodes y a la ciudad de Jerusalén, este sobresalto los lleva a buscar respuesta a través de los ‘especialistas’ en Dios: «Herodes reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo judío, para preguntarles dónde debía nacer el Mesías». Este querer saber sobre Dios de entrada considera a Dios como una amenaza, en esta búsqueda se recurre al culto y a la doctrina para que Dios deje vivir en paz. Después de este estilo de búsqueda, Dios continúa siendo una realidad distante y amenazadora.
Fuera del ámbito de Herodes, los sabios retornan a su búsqueda, guiados de nuevo por la luz de la estrella, esta búsqueda guiada por Dios mismo llena de alegría y es el origen de una nueva manera de vivir porque nos lleva hasta el verdadero Rey de los judíos. Dios nos está buscando para que recorramos su camino.
Fuente Disminuir
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