De protestante a obispo recién ordenado en Francia

Durante la asamblea plenaria de los obispos de Francia en Lourdes, monseñor Didier Berthet, concedió una entrevista para la Conferencia Episcopal de ese país, donde indicó que si bien fue bautizado y formado en la Iglesia calvinista (protestante), en su adolescencia asistió a un colegio católico.

Cuando llegó a la juventud, los pastores calvinistas querían que se convirtiera en uno de ellos, pero él estaba en medio de un cuestionamiento sobre qué era exactamente la Iglesia. “Yo era de la Iglesia francesa de tradición calvinista, pero había entrado poco a poco en contacto con la Iglesia Católica. Así que intentaba comprenderla”, comentó monseñor Berthet.

En la visita apostólica del aquel entonces papa Juan Pablo II a Francia en 1980, participó en el encuentro con los jóvenes.“ Fue la ocasión de un doble impacto. Vi verdaderamente el misterio de la Iglesia, y al Papa como sucesor de Pedro. Su persona fue la garantía de una Iglesia que tiene orígenes y de una Iglesia universal”, afirmó monseñor Berthet.

Algo que lo impactó de gran manera comenta monseñor “fue la personalidad radiante de Juan Pablo II, sacerdote, obispo. Él me hizo entrar en la Iglesia Católica y hacerme sacerdote”. 

Su conversión al catolicismo se dio cuando cumplió 20 años, mientras estudiaba en el Instituto de Estudios Políticos de París: “en una celebración hice mi profesión de fe, mi confirmación y fui admitido oficialmente a la Eucaristía”, aseguró monseñor Berthet.

Fue ordenado sacerdote cuando tenía 30 años, un 27 de junio de 1992. La iglesia le reveló que ser sacerdote no es lo mismo que ser un pastor. “El sacerdote está llamado a dar toda su vida, a través del celibato para consagrarse plenamente a su misión sacerdotal y apostólica”. 

Después de casi 24 años de servicio sacerdotal, el papa Francisco lo nombró obispo de Saint-Dié el pasado 15 de junio y recibió la ordenación episcopal el 4 de septiembre de 2016. 

Su principal objetivo como obispo es comunicar a los jóvenes el llamado de Dios, debido al bajo numero de vocaciones sacerdotales en su diócesis.  “Mi propia experiencia  es que la vida del sacerdote es apasionante y está llena de sentido. Es un privilegio, si se ve desde la fe: ser llamado por Jesús y la Iglesia a ser sacerdote, a representar al que conduce la Iglesia, que la santifica por los sacramentos. Mi deseo es que un cierto número de jóvenes puedan responder a este llamado con confianza”, expresó monseñor Berthet.

Imagen: @blidericus