Cuatro desafíos para los catequistas de América Latina y el Caribe
El padre José Luis Quijano, miembro del equipo coordinador del Laboratorio de Catequesis del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), en el marco del Día del Catequista, conmemorado la semana anterior, precisó que según “el Directorio de Catequesis, la acción catequética, cuyo objetivo primordial es la iniciación en la fe, está precedida por la acción misionera del primer anuncio, y le sigue la acción pastoral que garantiza una formación continua y un acompañamiento permanente de los fieles dentro del entramado de la comunidad cristiana”.
Aunque “se constatan logros notables como la formación de laicos especializados en catequesis”, lo que augura “un crecimiento firme y silencioso en el entorno eclesial, arraigado en la base”, señaló que “la catequesis aún no satisface las necesidades de una comunidad cristiana”.
Esto se debe a que algunos consideran la primera comunión o la confirmación como un punto de cierre, puesto que “en muchas ocasiones, la catequesis destinada a la iniciación cristiana no logra cumplir su cometido de ‘iniciar’. No consigue inspirar una vivencia auténtica de la fe, ni una participación activa en la comunidad cristiana”.
“Si bien este sistema clásico de catequesis todavía puede ofrecer resultados, enfrenta dificultades en constante aumento. Estas dificultades no solo se deben a sus limitaciones inherentes, sino, sobre todo, a su cada vez más evidente inadecuación a la evolución sociocultural de la sociedad”, añadió.
Cuatro desafíos: “No son los únicos”
El padre Quijano planteó estos desafíos “a los que la catequesis debe hacer frente en la actualidad, aunque no son los únicos”, por ende, “es una labor que debe mantenerse siempre abierta a la guía del Espíritu Santo, quien nos orienta e inspira para cumplir el mandato misionero de Jesús: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes»”.
Señaló que en el actual contexto de crisis “surge un paradigma de catequesis renovado”, ante el que será fundamental contar con “una actitud abierta y acogedora para abordar las preguntas y preocupaciones de los participantes con comprensión y empatía”.
“Afrontar estos desafíos demanda reflexión constante y adaptación por parte de las comunidades religiosas y los catequistas, para asegurar que la catequesis siga siendo una experiencia significativa y pertinente en la sociedad actual”, afirmó.
El reto de la comunidad
Se debe proponer “una catequesis constante dirigida a las comunidades, con enfoque en la proclamación de la fe pascual. Romper con las prácticas tradicionales y ampliar el alcance de la catequesis a toda la comunidad es un cambio significativo”.
Este enfoque busca “superar la limitación de dirigirse solo a niños y adolescentes y avanzar hacia una catequesis que abarque a toda la comunidad” y, sobre todo, apoyarse en la cultura digital.
“La catequesis debe aprovechar esta oportunidad para comunicar el Evangelio a través de nuevos lenguajes y medios, facilitando la interacción, la participación y la formación de comunidades virtuales. Al mismo tiempo, debe abordar críticamente los riesgos asociados con esta cultura, como el relativismo y el aislamiento”, añadió.
El desafío de la diversidad
Desde el Laboratorio de Catequesis del Celam “abogamos por una catequesis diversificada que brinde múltiples rutas para el crecimiento en la fe. Esta propuesta está íntimamente ligada a la primera, ya que la catequesis comunitaria fomenta la aparición de enfoques específicos y variados, a su vez enriqueciendo la catequesis de la comunidad en su conjunto”.
Por eso toman las palabras del Papa Francisco y dicen que en la Iglesia caben todos, de allí que “nos enfocamos en recibir y acompañar a todas las personas sin distinción ni discriminación, reconociendo su dignidad como hijos e hijas de Dios”.
Al respecto, indicó que “la catequesis debe tener en cuenta las diversas situaciones y capacidades de los catequizandos, fomentando un encuentro personal con Cristo que transforme y sane”.
El reto de la misión
Es fundamental plantear “una catequesis dirigida tanto a aquellos que se están iniciando como a los que vuelven a la fe, abierta al entorno social. En la actualidad, el acceso a la fe es una preocupación constante en un mundo secularizado”.
Por tanto, la catequesis “debe ser misionera, ya que enfrenta el desafío de justificar y compartir el compromiso de fe ante uno mismo y ante los demás” y esto debe estar sustentado en la formación continua.
Esta se basa en la idea de que la catequesis “es un proceso continuo de crecimiento en la fe y el seguimiento de Cristo, aplicable a todas las etapas de la vida”.
“Debe proporcionar oportunidades para profundizar en el conocimiento y la experiencia de Dios, renovar el compromiso bautismal, integrarse en la comunidad eclesial y participar en su misión”.
El Reto de la Iniciación de los niños y jóvenes
Una catequesis inicial con un enfoque iniciático para niños y adolescentes es la cuarta propuesta. El sacerdote argentino explica que “la catequesis de las generaciones jóvenes debe adaptarse a un mundo en evolución. La cuestión clave es dar forma a la catequesis de los jóvenes de manera que sea verdaderamente iniciática y relevante en el contexto actual”.
Para estos será necesaria la inculturación de la fe, porque “buscamos presentar el mensaje cristiano de manera comprensible y relevante para diversas culturas, sin perder su esencia y universalidad. La catequesis debe ajustar el lenguaje y los métodos a las particularidades y necesidades de cada grupo, respetando sus valores y tradiciones mientras ilumina sus aspectos oscuros con el Evangelio”.
Y, por supuesto, la Evangelización primaria no debe faltar: “Se refiere al primer anuncio del kerigma, el mensaje esencial de la fe que declara el amor de Dios, la señoría y salvación de Jesucristo, y la invitación a seguirlo en la Iglesia”.
“La catequesis debe ir acompañada de esta acción misionera, buscando despertar el interés y la adhesión a Jesús, especialmente entre aquellos alejados de la fe”, sostiene.
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