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Creatividad en el anuncio y en la vivencia del evangelio

21 de septiembre de 2025
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En la parábola propuesta por Jesús, el administrador tiene la soga al cuello por haber derrochado los bienes a él confiados. Entonces procede con sagacidad para superar la situación y es felicitado por su amo. Por eso, ésta que hoy proclamamos en la celebración de la Eucaristía, es conocida con el nombre de: parábola del administrador sagaz.

¿Cómo debemos entenderlo? Ante el Reino de Dios hay que obrar con decisión, con audacia. No para hacer el mal, no para robar, no para imitar la deshonestidad de aquel administrador, sino para obrar como hijos de la luz.

Jesús habla y obra con ironía. Propone como modelo a alguien que ha obrado mal, como queriendo decir a sus discípulos: ustedes deben ser imaginativos, deben ser creativos en la predicación del Evangelio, en toda su acción evangelizadora a través de los tiempos, en su ejemplo de vida.

Sagacidad, pues, bien entendida, es creatividad, y ésta es luz, es fuerza, es presencia del Espíritu Santo.

El estudio de los documentos del “Concilio Vaticano II” y de “Aparecida”, de las encíclicas y exhortaciones de los últimos Papas, - la lista es larga, - todos teológica y pastoralmente muy claros y densos, me ha llevado a pensar que la creatividad en la acción pastoral es todo lo contrario a una esperanza pasiva frente a los desafíos, todo lo contrario a dormir sobre los laureles, todo lo contrario a sentirse satisfecho con lo que se ha hecho siempre, pero sin haber hecho todo lo que debería haberse hecho a través de los tiempos; todo lo contrario a responder siempre a la pregunta: ¿ya fuiste a misa? Sí, ya fui, ¿y…qué? …. pues nada.

La parábola nos invita a mirar más allá de las apariencias y a descubrir algo que es fundamental: el anuncio del Evangelio requiere personas valientes, capaces de leer e interpretar los signos de los tiempos y responder a ellos con inteligencia inspiradora; abiertos siempre a la creatividad, dispuestos a enfrentar los riesgos que puedan desfigurar la fe en Dios y la vida cristiana.

Si ponemos nuestro pensamiento en el anuncio del Reino de Dios, me atrevo a afirmar que esa sagacidad, esa creatividad, se convierte en una virtud porque implica discernimiento, apertura de espíritu, capacidad y disposición para transformar la realidad conforme al mensaje de Nuestro Señor Jesucristo.

Como comunidad formada por creyentes estamos llamados a vivir una espiritualidad dinámica, que busca y encuentra experiencias nuevas en el conocimiento de su fe en Dios, en su vivencia y en el saber compartirlas con los hermanos.

Cada evangelizador, desde su formación teológica y pastoral, debe aportar creatividad, coraje, decisión, en dar respuesta a los desafíos del mundo que hoy estamos viviendo, dando siempre testimonio de esperanza.

Estemos seguros de que en este caminar el Espíritu Santo nos ilumina y nos da la fuerza para ser portadores de luz, para ser sagaces, es decir, creativos en una nación que necesita, porque se ha deshumanizado, conocer, vivir y defender, mejor que antes, el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

Padre Carlos Marín G.

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