“Convertíos, porque ya llega el Reino de los Cielos”
San Mateo hace algo así como una presentación de Jesús: Jesús ve en el encarcelamiento de Juan un signo y una llamada, no a guardar silencio, sino a tomar la iniciativa y a dar inicio a su predicación. Deja el grupo de Juan y se retira a Galilea de los gentiles, deja Nazaret y su familia y se queda en Cafarnaún, a la ribera del Lago. Le grita a un pueblo en el cual reina la injusticia:“Convertíos, porque ya llega el Reino de los cielos”. San Mateo lo dice y lo repite en cap. 5 y 28 con estas palabras, inspirado en un texto del profeta Isaías : “El pueblo vio una luz grande, una luz brilló, es la luz que alumbra a todos los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte”.Eso es Jesús: una luz grande que brilla en el mundo.
Es como la síntesis de la buena noticia del Evangelio. El reino de los cielos es el Reino de Dios que hace presente la soberanía y la justicia de Dios. Son todos los bienes esperados por el pueblo de Israel, según el Antiguo Testamento, las palabras y los gestos de Jesús son la señal clara de que Jesús comienza a reinar.
Jesús es el Mesías, el verdadero Hijo de Abraham, el Hijo de Dios, que viene a anunciar el Reino de Dios. Para seguirlo y acoger el Reino de Dios hay que cambiar de vida. Eso es precisamente lo que significa “Convertíos”. Purificar nuestro corazón y empezar a vivir como como seres humanos, como hijos de Dios, como hermanos; es aprender a amar y a vivir en justicia y verdadera fraternidad, a perdonar y a recibir el perdón de Dios para que llegue el Reino de los Cielos. Es el paso de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida: Es la salvación que anuncia el Señor Jesús. Todo lo anunciado por el Profeta Isaías 9, (1ª. Lectura), se cumple en Jesús.
La luz, la alegría, la liberación de las tinieblas y de las sombras de muerte, que Jesús anuncia a los gentiles de Galilea, despreciados y contaminados de paganismo, es para la humanidad entera. Lo fue para ellos, lo es hoy para todos los que sufren, para los pobres, para los oprimidos, los desplazados, los que viven en tinieblas porque ignoran a Dios o se rebelan contra Él en franco rechazo de su Ley.
Hermanos: Sigamos a Jesús como verdaderos discípulos suyos, acojamos su mensaje, cumplamos su Ley; Él quiere hacer de nuestra querida Patria una familia más justa y fraterna. Lo que Él enseñó y pidió a los galileos en Cafarnaún, nos lo enseña y pide también a los colombianos de hoy con el mismo grito: CONVERTIOS.
En la iglesia hay una gran luz: Es Jesús. En seguirlo a Él, y sólo a Él, está el ser cristiano. Pero hoy hay quienes quieren apagar esa luz, para que nuestra fe en Él pierda todo su dinamismo y su vitalidad, y la identidad cristiana de nuestra Nación sea borrada para siempre.
Padre Carlos Marín
Fuente Disminuir
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