Este anuncio que hizo Jesús a sus discípulos se suele llamar discurso escatológico porque se refiere a los acontecimientos últimos y definitivos, la última venida del Señor; o Parusía que significa presencia, o discurso apocalíptico por el lenguaje que usa. Al final, Jesús, el Hijo del hombre, vendrá, dirá la última palabra.
Lo veremos venir con gran poder y majestad. Nadie le hará sombra. Se verá dónde está la verdad, dónde está la mentira. Se verá quienes han obrado con justicia en el mundo y quiénes han sido injustos e inhumanos con sus hermanos. La vida en la tierra no es para siempre. Un día llegará la vida definitiva. Todo, absolutamente todo, pasará; el tiempo dejará de existir. lo único que no pasará serán las palabras de Jesús. Vendrá con gran poder y majestad.
Su venida es salvífica, viene a reunir a todos los elegidos. No es entonces el temor, sino la esperanza lo que ha de brotar en nosotros ante la venida y presencia definitiva del Señor. Jesús sabe que para sus discípulos no es fácil creer en sus palabas.
Jesús traerá consigo la salvación de Dios. Viene a reunir a sus elegidos, los que creemos en Él, lo confesamos ante los hombres, lo celebramos en comunión con muchos hermanos; esperamos ser contados entre los elegidos.
Las palabras de Jesús no pasarán. Todo se cumplirá. Nos espera el abrazo de Dios Padre en su Hijo. Se verá dónde está la verdad y dónde la mentira.
Ante esto, la actitud nuestra debe ser de vigilancia constante y responsable. Vivir con lucidez. No dormirnos ni desentendernos. Saber mirar, saber discernir, ver la vida terrena como una primavera, como el germen de una vida que alcanzará su plenitud final solo en Dios. Vivir en Dios: esa es nuestra vocación, ese es nuestro destino. A eso hemos sido llamados.
De cara a la venida del Hijo del Hombre: ¿cómo hemos de vivir hoy los colombianos?. Con vigilancia y esperanza de ser contados entre los elegidos. Una vigilancia activa, de respeto a la Ley de Dios, de compromiso con el Reino de Dios, con el bien de los hermanos, con la vida en el planeta tierra. Una esperanza firme en el comienzo de la nueva creación, de la verdadera vida en Dios, en el Dios revelado en Jesucristo que “hará nuevas todas las cosas”, la dicha plena de los elegidos, el reino del amor y de la paz. Es el anuncio, es la promesa de Jesús.
Un evangelio de esperanza. No es el temor, no es la angustia, sino la esperanza lo que ha de brotar en nosotros ante la venida del Señor Jesús. Seremos examinados en la práctica del amor a los pobres.
Padre Carlos Marín G.
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