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Actitud de conversión                   

26 de febrero de 2023
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Imagen:
https://jesuitas.lat/
Comentario al Evangelio del domingo

Cuaresma: Un tiempo litúrgico para que todos, y en especial también los que nos creemos buenos, pensemos en nuestra propia conversión como inicio del camino hacia la Pascua.

Pudo ser que fuimos bautizados pero no evangelizados, y hoy participamos en la Eucaristía, pero no vivimos el amor de Dios. Sufrimos “el complejo de los buenos”, porque nunca nos hemos equivocado, o porque nos imaginamos que todos los otros son malos, mientras a lo largo de la vida permanecemos instalados en la mediocridad espiritual y nos sentimos satisfechos de nosotros mismos. No hemos entendido que la fe es una relación personal con Dios que se profundiza y enriquece, que crece y madura; no nos sentimos unidos a la Persona de Cristo, a su vida, a su muerte, a su gloriosa resurrección.

Hermanos: El Evangelio en la Eucaristía de este domingo narra que: Jesús, como el Mesías doliente, como el nuevo Adán obediente, ayuna durante 40 días y  es tentado por el diablo. Pero El vence las tentaciones, las mismas que habían hecho sucumbir al pueblo de Israel en el desierto, nos invita a vencerlas nosotros también y a convertirnos. Lo que nos dijo el sacerdote  el miércoles al imponernos la ceniza: Si crees en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, asume en tu vida una actitud de conversión para que así demos los primeros pasos hacia la Pascua del Señor.

Actitud de conversión, entendámoslo bien, es una invitación a un encuentro personal con el Señor Jesús que nos lleve a sabernos y sentirnos amados por Él y movidos a corresponder a ese amor. Un llamado a dejarnos fascinar por ese Jesús tan humano, tan cercano, tan como nosotros; a. conocerlo, escucharlo, amarlo, a decidirse por El. como Salvador, como Maestro y como amigo, y “hacer lo que Él nos diga”, pues Él es “el camino, la verdad y la vida”. Jn.14,6.

Convertirse es “Volverse hacia Cristo”; es constituirlo a El, - una persona que tiene un nombre: Jesucristo, - que nació de María Virgen y vino a verme, a hablarme, a ser mi amigo, a sufrir por mí para salvarme. Que El ocupe el lugar central en mi pensamiento y en mi vida; de modo que a ejemplo de S. Pablo cada uno de nosotros pueda decir con toda verdad: “Vivo yo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí”. Ga. 2,20. Que cada uno de nosotros acepte  la invitación a “nacer de nuevo”, la misma que Jesús hizo a su amigo Nicodemo Jn.3,3

La iglesia nos va a invitar a que durante la Cuaresma este “volverse hacia Cristo Jesús”,  lo expresemos a través de una oración humilde y confiada, con el ayuno, la penitencia y la práctica de la caridad con los hermanos que sufren, con los más pobres  y necesitados, con los  niños y los ancianos.

Padre Carlos Marín 

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