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Matrimonios católicos que se destruyen a causa del enojo

28 de agosto de 2015

Según el padre Morrow, mediador matrimonial y director espiritual, como conoceremos a través de la siguiente entrevista concedida a aciprensa, la causa que sobresale…

Desde la comunicación y socioafectividad en la educación y orientación familiar, podríamos analizar el enojo como la acción desesperada por la inconformidad, el dolor y  el malestar en uno de los cónyuges, al estar en desacuerdo o sentirse herido por un hecho concreto. En este caso, el enojo se puede manifestar de muchas maneras, siempre y cuando se tenga una comunicación auténtica para prevenir la ira o el descontrol de la persona que expresará sentimientos y emociones, en la mayoría de los casos, que no corresponden a su personalidad o no son expresiones con las que se identifica cotidianamente.

Con base en lo anterior, podríamos determinar que el enojo es parte de las emociones; que no se trata de eliminarlo sino de darle su justo lugar; por lo que veremos en la siguiente entrevista como el padre Morrow, explica cuándo y no es justificado el enojo.

La invitación que también hacemos desde El Catolicismo, es a saber escuchar al otro y a detectar en la relación de pareja las razones más frecuentes que producen el enojo entre los dos; ¿qué es lo que a mi esposo o esposa le hace sentirse enojado o enojada?...aprender de la manera como se comunica a través de sus gestos y palabras (intencionalidad); así mismo de sus silencios, que pueden estar a favor para combatir el enojo.  En nuestra sección de familia, aquí en El Catolicismo les plateamos algunas pautas para controlar el enojo, veamos:

  • Tener el valor de decir la verdad, así duela, con tranquilidad; sin herir a la persona; haciendo énfasis en el hecho y en sus consecuencias, para que al afrontar al otro, se genere en lugar del enojo, un reconocimiento de la equivocación y un deseo de cambio, de sentirse ayudado o ayudada a ser mejor.

 

  • Introducir el mensaje que se va a expresar serenamente con frases como las siguientes: “Esto que te voy a decir  (amor, mi vida…como lo trate en lo cotidiano) no te va a gustar, tal vez te moleste mucho, sin embargo te lo tengo que decir porque…” y si es en el caso contrario, cuando la persona está de perceptor del mensaje de su pareja que está enojado o enojada, puede decirle “ (amor, mi vida…como lo trate en lo cotidiano) escúchate, no estás bien, te pido que por favor te calmes porque…”.

 

  • Y la tercera pauta, partiendo del mensaje del padre Morrow, es decidir si ese enojo, siendo no significativo o incluso teniendo todos los motivos para sentirse mal con el otro, se pueda ofrecer como penitencia a Dios, en oración por la conversión de cada uno, como pareja y demás matrimonios que estén en crisis o pensando separarse a causa de los frecuentes enojos. Así mismo hacer memoria, de la Pasión de Cristo, ponerse en su lugar y ver al otro como la víctima, el rostro sufriente de Cristo que necesita ser amado, consolado y acompañado en silencio.

 A continuación lea la entrevista, realizada por aciprensa al padre Morrow, titulada: ¿Qué es lo que está destruyendo a los matrimonios católicos? La respuesta es sorprendente. 

De las numerosas parejas católicas que pasan por el consultorio del sacerdote P. T.G Morrow en Washington D.C en Estados Unidos para terapia familiar, dos de ellas impactaron especialmente al presbítero.

En muchas maneras esas dos parejas eran perfectas: estaban abiertas a la vida, educaban a sus hijos en la fe y recibían frecuentemente los sacramentos. Pero ambos matrimonios terminaron rotos. ¿El culpable? Los enojos.

“Los enojos son un veneno”, aseguró a ACI Prensa el P. Morrow, teólogo moral y autor deOvercoming Sinful anger (Superando la ira pecaminosa). “Si un esposo y su mujer se enfadan con frecuencia, eso destruye la relación. La hace tan dolorosa que quieren terminar con ella”.

La experiencia del enojo es universal. Es natural, puede ser incontrolable y es una respuesta al comportamiento de otros, afirma. A veces los enojos pueden ser correctos, Santo Tomás de Aquino dijo que si este se unía a la razón era digna de alabanza; pero la mayoría de las veces están encaminados hacia la ira pecaminosa que está motivada por el deseo de venganza, explicó el sacerdote.

Y la ira como pecado tiene efectos devastadores en las relaciones.

“Es extremadamente importante que la gente se dé cuenta de que la ira y los enojos pueden ser algo serio, especialmente si cuenta con arrebatos mayores que dañan a otras personas”, afirmó el P. Morrow.

La ira es tan destructiva que muchos expertos matrimoniales recomiendan a las parejastener cinco reacciones positivas por una de enojo.

“El enojo, cuando se expresa de manera incorrecta, es un veneno para las relaciones”, afirma. “Los esposos necesitan ser especialmente cautelosos con esto y trabajar para superarlo”.

A pesar de que el sentimiento de ira es natural e imposible de evitar, el P. Morrow asegura que es importante conocer cómo expresar el enojo y la disconformidad de una manera efectiva y positiva. El primer paso es decidir si vale la pena enfadarse.

“La gente se enfada por pequeñeces, cosas sin importancia”, afirma. “Hay que pensar “¿Vale pena enfadarme por esto? Si no, déjalo pasar. Simplemente olvídalo”.

Si tu enfado está justificado y la confrontación terminará por ser algo positivo para el otro, utiliza el humor y la diplomacia para expresarlo. Si la confrontación no hará mejor al otro entonces, apunta el P. Morrow, puede ser una buena idea ofrecer tu enfado al Señor como sacrificio por tus pecados y por los pecados del mundo.

“La rabia no se va automáticamente en el primer intento”, explica. “Hay que continuar ofreciéndoselo a Dios como sacrificio”.

El P. Morrow asegura que esa actitud hacia los enfados no significa que las personas deban convertirse en “cobardes incapaces” de expresar su insatisfacción con las acciones de los otros.

El marido violento de santa Mónica
Por eso pone el ejemplo de Santa Mónica, la madre de San Agustín de Hipona. Muchos de los hombres de Tagaste en esa época tenían temperamentos violentos y el marido de Santa Mónica no era una excepción. Cuando volvía a casa y gritaba a Santa Mónica ella le decía que se calmara. Algunas veces, después de la explosión de rabia de su marido, Santa Mónica se acercaba tranquilamente a él y con calma le explicaba sus quejas.

“Ella era cualquier cosa menos cobarde. Santa Mónica tenía un objetivo concreto, quería ser santa y convertir a su hijo. Persiguió sus objetivos con ardor, y como resultadoconvirtió a su marido violento y también a su hijo Agustín”.

Para más información consulte el libro del P. Morrow, Overcoming Sinful Anger que incluye un manual desarrollado por el sacerdote tras años como mediador matrimonial y director espiritual, además de haber realizado su tesis doctoral en la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II en el Instituto para Estudios sobre Matrimonio y Familia.

Traducido por Blanca Ruiz

 

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