Esconder emociones a través de las redes

Todos en la infancia hemos tenido algún muñeco, cobija, almohada, o lo que haya servido, como contenedor de miedos, angustias, monstruos imaginarios, sombras, llantos, tristezas y demás emociones que nos embargaban en nuestra intimidad.

Al crecer, éstos, fueron sustituidos por otros elementos, novedosos o no, en cada generación. Así, podrían identificarse, la radio, el televisor, la prensa escrita, los libros, el licor, las drogas psicoactivas, entre otros.

Con la aparición de las llamadas “nuevas tecnologías” ha surgido una nueva era, en la que la humanidad se ha servido de ellas como herramientas muy útiles y al mismo tiempo han sido objeto de críticas por sus efectos negativos en las nuevas generaciones.

“Las nuevas tecnologías no son el problema, es el uso que de ellas se haga”.

Si bien, como herramientas que facilitan procesos, pueden ser maravillosas, la problemática generada con el mal uso de ellas, lleva a la conclusión que mal utilizadas tienen un efecto devastador.

Las tecnologías que son utilizadas para “tapar emociones” son las que ocasionan la pérdida de sentido de ”humanidad” entendida como la capacidad de sentir, identificarse consigo mismo y con los demás, poder sentir el propio dolor y el de los demás, de manera real y no virtual.

Los padres ausentes, la necesidad de atención de los hijos, la falta de amor dentro del hogar, la ausencia de diálogo y compartir, hacen que ellos escondan sus sentimientos en lo que tienen más a la mano: internet, redes sociales virtuales, buscando el afecto que no encuentran en el hogar. Así que más que estar culpando a los hijos del abuso en el uso de las herramientas tecnológicas, los padres debemos preguntarnos, qué ocasiona que nuestros hijos estén creando, o sean ya, “adictos” a estas máquinas y toda la socialización “virtual” que ofrecen, para hacer lo necesario hacia la restauración de las relaciones familiares.

¡Luchemos por recuperar el valor y sentido de nuestros hogares!