Pastoral penitenciaria colombiana reflexiona sobre los desafíos en el acompañamiento pastoral a privados de la libertad
La Pastoral penitenciaria de América Latina y el Caribe abrió el diálogo en torno a la apropiación del texto de reflexiones y propuestas pastorales de la Asamblea Eclesial, que en su punto 362 plantea que “las situaciones de privación de libertad son un desafío a la tarea pastoral”.
De este modo, la Dirección de la Pastoral Justicia y Libertad de la Conferencia Episcopal de Colombia, encargada de acompañar al Sistema Penitenciario y Carcelario del País, a través del padre Eliécer Montáñez, organizó este 26 de julio, un conversatorio virtual donde han profundizado la parte III del texto asambleario “Desborde creativo en nuevos caminos a recorrer”.
Para ello, han invitado al sacerdote jesuita Luis Roblero Arriagada, capellán de la pastoral carcelaria del Episcopado chileno, quien realizó una charla en torno a los desafíos que tanto clero, vida consagrada y laicado tienen sobre el trabajo en las cárceles.
Al respecto, el jesuita chileno ha señalado que “nuestra sociedad occidental cree apenas en Dios”, pero lamentablemente “cree en el dolor sagrado de la violencia curativa, es decir, en los sacrificios y cárceles que permiten que el resto de la sociedad viva una aparente tranquilidad”.
“Reprimimos con más violencia para poder vivir en paz. La cárcel sigue cumpliendo en nuestra sociedad la función de chivo expiatorio y es un altar sacrificial, donde arrojamos y matamos simbólicamente a los culpables para sentirnos seguros y satisfechos”.
Condenar todo tipo de violencia
El capellán de la Pastoral Castrense de Chile explicó que “este mundo complejo y marginal de las cárceles” es ajeno a la sociedad, inclusive a “nuestra propia Iglesia”, por ello ha recordado el pasaje bíblico del Génesis: “La sangre de tu hermano clama desde lo más profundo de la tierra”.
“Sabemos que la cárcel en Colombia, Chile y en todos los rincones del mundo siempre se ensaña con un tipo de persona, la cárcel es para el mundo de los pobres , no le deseamos la cárcel a nadie, pero sabemos que nuestros sistemas judiciales y carcelarios tienen esa particular vocación, por decirlo de una manera irónica, de encarcelar a los más pequeños de los pequeños”, ha dicho.
Y, por supuesto, – aclaró – “ninguno de nosotros está aquí porque avala la violencia delictual, todos nos oponemos a esta violencia, y nuestra primera opción como Iglesia es para con las víctimas, nosotros estamos presentes en las cárceles por otro motivo, no para justificar la violencia”.
Nuevas violencias
El sacerdote advirtió que está surgiendo otro tipo de violencia institucional, relacionada con el tema de las pandillas y el narcotráfico, que “busca reprimir con las mismas lógicas de violencia a estos grupos”.
Mencionó un caso específico: El Salvador. Allí el presidente de la República, Nayik Bukele, está exportando a otros países un mal modelo de represión y que muchos, lamentablemente, han querido imitar.
No obstante, “el remedio contra la delincuencia no son las cárceles, sino la creación de mejores condiciones de vida, la cárcel engendra nuevas cárceles, y la violencia engendra más violencia, mientras que buenas condiciones de vida, generan la paz”.
“El problema de fondo es quién controla las cárceles y que son cajas de resonancia en tiempos electorales como reflejo de lo que son nuestras sociedades y de quienes son los que gobiernan, porque cuando no hay estado de derecho, son personas que ejercen la violencia en las cárceles”, añadió.
¿Qué planteó la Asamblea Eclesial?
El tema de la pastoral carcelaria o penitenciaria está incluido en la Dimensión sociotransformadora, parágrafo G que reza: Atención especial a los migrantes y refugiados, encarcelado y discapacitados.
La Asamblea Eclesial ha recogido en cuanto al tema que “necesitamos una acción que asegure el acompañamiento espiritual y la protección de los derechos de las personas encarceladas, sobre todo en casos de violencia policial y estatal, y la cercanía a sus familiares”.
Para lo cual ha pedido a los agentes de pastoral carcelaria, capellanes, religiosas y obispos:
- Fortalecer la pastoral carcelaria con apoyo interdisciplinario, para establecer redes de atención e incidencia en políticas públicas.
- Acompañar espiritualmente a las familias de las personas que están en prisión.
- Suscitar en las parroquias una pastoral que atienda las necesidades de las familias de las personas privadas de su libertad.
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