Iglesia católica y ciudadanos despidieron a monseñor Castrillón

A espaldas de la estatua de Bolívar, decenas de personas miraban ayer expectantes el carro negro y antiguo que transportaba los despojos mortales del cardenal Darío…
“Yo creo que es el ministro eclesiástico que con mayor autoridad, sin estridencias, habló en este país, en todos los órdenes”, murmuraba Mario Valderrama mirando la torre de la catedral. “Sí y hasta el último momento no tuvo reparos en hablar en contra o a favor de asuntos como el proceso de paz o la guerra en Colombia”, le respondía el abogado Francisco Iván Rodríguez, mientras más ciudadanos se reunían curiosos en el parque Bolívar.
Ya en el interior de la Iglesia, bajo una luz tenue y acompañada de música religiosa que resonaba en cada rincón del espacio, la homilía fue precidida por Ettore Balestrero, Nuncio Apostólico en Colombia. Esta contó, además, con la presencia de 15 obispos de distintas diócesis del país.
Y es que el jerarca colombiano, quien fue nombrado cardenal el 21 de febrero de 1998, manifestó en vida que quería que sus restos descansaran en la cripta de la basílica metropolitana, en su Medellín natal.
A la salida de la eucaristía algunos conocidos y familiares compartieron anécdotas sobre el cardenal.
En sus palabras, Balestrero reconoció la importancia de la labor realizada por el religioso fallecido, diciendo que su testimonio es valioso para la Iglesia, pues fue una persona bondadosa, sin perder nunca su carácter. “Sin duda, el cardenal Castrillón fue enemigo de las aguas tibias. Su testimonio es valioso para la Iglesia”, dijo y contó que él mismo fue testigo presencial de su lucha por las Iglesia colombiana y la de toda América Latina.
La liturgia fusionó lecturas del evangelio con palabras que retrataban el espíritu de monseñor Castrillón. Entre ellas, las del papa Francisco, quien tras enterarse de su muerte resaltó el “generoso servicio” del antioqueño y presidió en la basílica de San Pedro el rito de la Ultima commendatio y de la Valedictio al cardenal fallecido.
La emoción fue más fuerte que el menudo cuerpo de Marta Ligia Zapata, oriunda de Santa Rosa de Osos, norte de Antioquia, quien conoció a Darío Castrillón justo en ese municipio, cuando él asistía al seminario. Ni los 86 años, ni las casi dos horas que se demoró en llegar le impidieron despedirlo. Para ella, aquel joven que soñaba con ser sacerdote fue siempre la misma persona, a pesar de lo lejos que llegó.
Entre las bancas de la catedral un grupo de religiosas escuchaba en completo silencio aquellas palabras y algunas de ellas asentían con la cabeza cuando por la basílica retumbaban las virtudes del cardenal. La hermana Judith López diría al final del encuentro que monseñor Castrillón fue un hombre íntegro, que siempre tuvo en cuenta sus costumbres y su amor por Medellín. “Le gustaba comerse sus fríjolitos todos los días y eso para mí representa ese sentido de pertenencia”, indicó. Ella, entre sus compañeras, tuvo la suerte de conocerlo hace dos meses en Roma (Italia).
Cuando la eucaristía terminó y la basílica se fue quedando vacía, el obispo de Garagoa, Julio Hernando García, se reunió con algunos feligreses que quisieron saludarlo y recordó algunas anécdotas del sacerdote quien, aseguró, además de su maestro fue su amigo.
Su vínculo se consolidó en Pereira, donde García es sacerdote. Allá tuvo tiempo para compartir y para aprender del cardenal, quien es considerado para muchos y también para él, un referente.
“Lo que más dejó huella en mí fue su profunda fe, pues era un amante de la Iglesia y una persona profundamente creyente. También su caridad, su enorme preocupación por los más pobres. Eso le generó dificultades e incomprensiones, pero estaba totalmente convencido de encontrar a Cristo en los más pobres”, señaló.
Este fue el vehículo que transportó los restos fúnebres del sacerdote.
Esneyder Gutiérrez / Para EL TIEMPO
De su labor en Pereira, el obispo recuerda su relación con los campesinos y los habitantes de calle. Según dijo, el cardenal Castrillón los defendió siempre y salvó a muchos de las balas. El presbítero rememoró que fue el cardenal quien logró llevar a la Madre Teresa de Calcuta, en 1984, a la capital de risaraldense.
Un referente para la Iglesia
Darío Castrillón nació el 4 de julio de 1929 en Medellín e inició sus estudios en el Seminario de Antioquia, en esa misma ciudad y en el Seminario de Santa Rosa de Osos. También estudió en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma (doctorado en derecho canónico y especialización en sociología religiosa, economía política y economía ética) y asistió a la Facultad de Sociológica, en la Universidad de Lovaina (Bélgica).
Luego de dirigir varias escuelas religiosas y ejercer como delegado en otras entidades eclesiásticas, fue nombrado cardenal diácono, el 21 de febrero de 1998 y recibió la birreta roja y la diaconía del SS. Nome Maria al Foro Traiano, ese mismo día. También fue Secretario General del Episcopado colombiano.
El antioqueño murió en Roma a menos de 30 días de cumplir los 89 años por problemas de salud.
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