Alegría y compromiso con la misión encomendada
Monseñor Pedro Manuel Salamanca Mantilla, obispo auxiliar de Bogotá y administrador apostólico de la Diócesis de Facatativá habló con El Catolicismo sobre los frutos, expectativas, desafíos y aprendizajes que dejó su servicio pastoral como vicario episcopal de evangelización, por 5 años y medio; vicario episcopal para el anuncio, formación en la fe y diálogo con la cultura; y sobre la experiencia de acompañamiento a la iglesia local de Facatativá.
El Catolicismo (C): Monseñor, ¿de qué manera recibe el llamado a servir a la diócesis de Facatativá como administrador apostólico?
Monseñor Pedro Manuel Salamanca (MPMS): Fue algo muy sorpresivo, pero al mismo tiempo muy grato, porque prácticamente conocía al 70 por ciento del clero. Había sido profesor de ellos y había una buena mutua recordación, naturalmente eso facilita mucho las cosas para iniciar el servicio.
Por otra parte, monseñor Gabriel Romero, quien fue también obispo auxiliar de Bogotá y rector del Seminario durante una buena parte de mi tiempo de formación, ordenó a 44 de los actuales sacerdotes de Facatativá y realmente los marcó con un estilo muy afín; pero, al mismo tiempo, es un clero que tiene una identidad muy grande. Un sentido de pertenencia y de amor a su Diócesis muy bonito.
(C): ¿Cuántos sacerdotes y cuántas parroquias tiene la Diócesis de Facatativá?
MPMS: La Diócesis de Facatativá tiene 50 parroquias y el número casi justo de sacerdotes para atenderlas. Son 60 sacerdotes. Es un clero relativamente pequeño. Estamos enfrentando, como muchas diócesis del país, un momento de crisis vocacional, porque hace varios años no hay ordenaciones y, si nos va bien, las primeras son hasta dentro de dos años.
El tema vocacional es una prioridad, porque la Diócesis de Facatativá, formada por sectores que contrastan, crece rápidamente.
(C): Monseñor ¿cuáles cree que son los elementos que debe tener la animación vocacional para fortalecerse y dar un paso más allá en esta crisis que es de la Iglesia en general?
MPMS: En primer lugar, es decisivo, determinante, que los sacerdotes vivamos nuestro ministerio con mucha alegría, generosidad, con mucho entusiasmo, y creo que la situación en la que estamos puede propiciar eso, porque la pandemia nos aleccionó a todos, y también nos hizo sentir unos vacíos muy fuertes, el hecho de no poder celebrar, no poder tener un contacto más directo con las comunidades.
Por otra parte, es necesario que los fieles de las diócesis, pero especialmente los sacerdotes, ministros ya ordenados, entiendan que participan de esa responsabilidad de la promoción de las vocaciones, porque a veces en las diócesis se nombra un sacerdote o algún equipo de sacerdotes que rodea al animador de pastoral vocacional, pero los dejamos muy solos.
Es fundamental que todos: los laicos, los religiosos, los ministros ordenados, seamos promotores de las vocaciones.
Lo tercero, es que es necesario hacer propuestas. A veces nos limitamos a acompañar a los que, de manera espontánea, por gracia de Dios, en su corazón descubren la llamada de Dios, pero creo que tenemos que proponer. El mismo Señor Jesucristo en el Evangelio nos mostró que ese es el camino de la pastoral vocacional.
Es atreverse a proponer el ideal de vida sacerdotal a los jóvenes, claro, desde el respeto más profundo por las libertades de cada uno porque el Señor Jesucristo lo dijo también: «Si alguno quiere seguirme, venga». Hay que proponer sin timidez, sin complejos.
Finalmente, ver cómo la pastoral vocacional está relacionada con otras que son necesarias para que fructifique, pienso en la iniciación cristiana de los jóvenes, porque si no tenemos jóvenes que se enamoren de Jesucristo pues no vamos a tener tampoco gente que esté dispuesta a dar la vida por Él, a dejarlo todo por Él. Hay que estar primero enamorados de Jesús.
En esta línea, también es fundamental la pastoral familiar, porque si no hay familias que transmitan la alegría de la fe a los hijos, va a ser muy difícil que surjan en esas familias vocaciones.
C): ¿Cuántos jóvenes se están formando actualmente en el Seminario? y ¿cuál es la realidad pastoral de la Diócesis?
MPMS: Para el año entrante vamos a tener 9 seminaristas de Facatativá, en el Seminario Mayor. Hemos tomado una decisión importante para favorecer la perseverancia de los seminaristas; se tomó la decisión con el Colegio de Consultores, con los vicarios foráneos y arciprestes, de enviar al Seminario de Bogotá un sacerdote de Facatativá para que acompañé más de cerca en el Seminario a los jóvenes que entran.
Este mismo sacerdote se encargará de hacer la pastoral vocacional de propuesta, que implica el apoyo de los sacerdotes en cada vicaría foránea. Pero lo importante es que todos hagan pastoral vocacional y se ore en las parroquias, porque la estrategia más importante en esto de las vocaciones es la oración constante.
Todavía nos falta pensar en otras posibles estrategias. El nuevo encargado tiene como una de sus primeras tareas presentarle a la Diócesis, al clero, un proyecto creativo y novedoso de pastoral vocacional. Le pedimos a Dios nos ilumine el camino.
Llegando me encontré con la realidad de estar próximos a la celebración de los 60 años de la Diócesis, en el 2022, entonces decidimos darle al medio año que llevo como administrador y al siguiente año un carácter celebrativo que se unió a la insistencia del papa Francisco sobre la sinodalidad.
Estamos en una etapa del Plan de Pastoral que tiene por objetivo celebrar la existencia de la diócesis y desde esa celebración fortalecer la adhesión al Señor Jesucristo, fortalecer la identidad sinodal de la iglesia diocesana y estimular, impulsar, el trabajo evangelizador en el contexto de pandemia y pospandemia.
(C): Habla con mucha alegría y optimismo en este servicio como administrador apostólico en Facatativá, pero ¿cómo ha logrado compaginarlo con su servicio como obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá?
MPMS: En la Arquidiócesis de Bogotá conservé algunos servicios muy puntuales, porque el cargo que venía desempeñando como vicario de evangelización y director del centro de anuncio, formación en la fe y diálogo con la cultura, lo asumió el nuevo obispo auxiliar.
Yo conservé fundamentalmente tres cosas: unos temas relativos a la iniciación cristiana, la Escuela Parroquial de Catequistas, de la que soy director desde hace unos años; la Academia de Líderes Católicos, que tiene por objetivo formar jóvenes que quieren comprometerse más en el campo social y económico y particularmente político, porque esa es una necesidad que se había detectado hace años. Es fundamental formar políticos con un nuevo espíritu desde su experiencia de fe.
También, presido el comité arquidiocesano de acompañamiento de los retiros de Emaús y sigo vinculado al consejo episcopal, en el que, desde la lógica sinodal en la que estamos, aporto a los grandes discernimientos arquidiocesanos, al acompañamiento de la tarea evangelizadora en la Arquidiócesis.
En Facatativá ha sido muy interesante porque es un trabajo más de terreno, todas las semanas estoy en contacto con las comunidades, con los religiosos, religiosas y sacerdotes.
(C): Monseñor, ¿por cuánto tiempo acompaño la vicaría de evangelización y cuál es su balance en este servicio?
MPMS: Por 5 años y medio, sucedí en este servicio a monseñor Jaime Mancera. Apenas fui nombrado obispo el señor cardenal me pidió el favor de asumir la vicaría de evangelización, entre otras cosas, porque desde hacía varios años, antes de mi nombramiento como auxiliar, había ayudado en varios temas de la elaboración, de la puesta en marcha del Plan de Evangelización, entonces el cardenal sabía que conocía el tema y me gustaba. Estos han sido unos años muy hermosos de servicio a la Arquidiócesis, en los que me movía el amor que siento por la iglesia de Bogotá; todo lo que el Señor me ha dado ha sido a través de la Arquidiócesis, entonces el servicio lo sentí como un llamado a responder con gratitud.
Por otra parte, fue muy interesante poderse dedicar en esos primeros años de episcopado a ahondar en los grandes temas pastorales, pues la vicaría de evangelización reclama eso; también dirigir procesos de planificación pastoral, proponer ciertos acentos.
A mí me correspondió una etapa muy interesante del Plan de Evangelización que fue la etapa del Nuevo Rumbo, en el que la idea era, después del esfuerzo por cambiar de mentalidad, por adoptar estos criterios pastorales, por renovar la mística evangelizadora de la Arquidiócesis, lograr una renovación efectiva de nuestra pastoral y de nuestra tarea evangelizadora y como fruto quedaron 10 proyectos pastorales que llamamos fundamentales y que se mantienen vigentes en la vida de la Arquidiócesis.
Yo estoy convencido que los proyectos fundamentalmente apuntan a los centros neurálgicos si queremos una renovación integral de la evangelización.
La etapa Nuevo Ritmo fue un poco accidentada porque llegó la pandemia, pero se quiso en esa etapa centrarnos en la espiritualidad del Plan de Evangelización, porque el riesgo siempre es quedarnos en la acción o sentir una cierta saturación con el conjunto de acciones; quisimos identificar con mayor claridad los rasgos de la espiritualidad subyacente al Plan de Evangelización.
La pandemia también nos llamó a profundizar en esos rasgos:
- La mística misionera
- Una espiritualidad samaritana
- Una espiritualidad encarnada, atenta a las realidades sociales. Capaz de leer en el acontecimiento social y eclesial la acción de Dios. Identificar los signos de los tiempos.
- Pasión y creatividad, el momento lo exige: sacerdotes, laicos, religiosos, apasionados por Jesús, por su proyecto del Reino y por la tarea evangelizadora, pero al mismo tiempo creativos, en un mundo cambiante.
Esto manteniéndonos en el ideal que nos une: una iglesia que se renueva en su adhesión a Jesucristo.
(C): Desde su experiencia y puesta en marcha del Plan Pastoral, ¿cuáles son los desafíos de la vicaría de evangelización? y ¿hacia dónde se debe proyectar en línea al tono sinodal propuesto por el Papa?
Me parece que las opciones que el señor arzobispo y el nuevo vicario de evangelización están tomando son muy válidas, guardan continuidad con lo que se venía haciendo, pero también aportan una novedad que me parece era necesaria.
Hemos entrado en un proceso de escucha que es decisivo en la realidad de la Arquidiócesis, porque en el 2022 terminamos los nueve primeros años de implementación del Plan de Evangelización. Me ha sorprendido la manera como los laicos han entrado con gran libertad, participación, se nota que el Papa logró contagiarnos sobre lo que significa la escucha en el discernimiento para la pastoral.
Finalmente, es fundamental la humildad y la conciencia de que en todos los seres humanos está el Espíritu de Dios y, por lo tanto, todos pueden aportar y todos podemos aprender.
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