Inviten con gozo al banquete, ¡a todos!
- El Reino de los cielos se parece a un banquete de bodas, a eso nos invita el Señor Jesús.
- Cuando los llamados se niegan, entonces manda mensajeros: vayan y salgan a los cruces de los caminos; vayan a los barrios, vayan las veredas, vayan las ciudades grandes, a los pueblos pequeños, vayan a la montaña, vayan a la llanura, vayan a su casa, vayan a todos los lugares e inviten con gozo.
- El Profeta Isaías dice que el Señor prepara un banquete sabroso; pero no sólo sacia y agrada al estómago, conforta y llena de felicidad porque se comparta con quien invita. Pero además aniquila a la muerte, nos llena de confianza y de fortaleza.
- … Y cuando entendieron, la sala del banquete se llenó de invitados.
En la homilía de la eucaristía dominical televisada, el Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, monseñor Luis José Rueda Aparicio, habló del gozo significa aceptar la invitación del Señor a participar de su banquete.
“Tu bondad y tu misericordia acompañen la vida de nuestra familia, de su familia, todos los días de nuestra vida y habitaremos ustedes y yo en la casa de Dios nuestro padre por años sin término.
Hoy el Señor Jesús, maestro de maestros, que nos habla del reino, nos anuncia el reino de Dios con puertas abiertas para nuestra vida, para que nosotros podamos ingresar, para que todos ustedes, su familia, sus vecinos, la ciudad entera, el país entero… toda la humanidad está invitada por el Señor Jesús -el hijo de la Virgen María- , el Salvador de la humanidad nos está diciendo que el reino de los cielos, que el reino de Dios se parece a un banquete; a un banquete de bodas. A eso nos invita Señor Jesús, a ese banquete nos está invitando.
El rey que preparó la boda, la fiesta y el banquete para su hijo manda algunos mensajeros para que traigan a los invitados, a los convidados, a los que estaban llamados a participar en esta fiesta y ellos no quisieron ir. Pero Dios insiste. Y ahora le está insistiendo a usted y a su familia y a la humanidad, a todos nos llama.
El Señor no se enoja, no deja de hablarnos, no nos vuelve la espalda al contrario nos mira con cariño nos tiende la mano y por eso manda otra vez a sus emisarios, a sus mensajeros: vayan inviten tráiganlos. Al banquete del reino de Dios no vamos empujados, no vamos obligados; vamos porque queremos participar, porque queremos participar de esa mesa de fraternidad de comunión universal de los hijos de Dios. Los invitados dijeron ¡No! para mí es más importante la economía, el negocio: ‘yo tengo otras cosas más importantes que hacer aparte de ir ese banquete, aparte de ir esa fiesta de fraternidad’. No sabían de lo que se están perdiendo y cuando alguien le dice no a Dios no descubre lo que se está perdiendo; pero Dios sí sabe lo que está ofreciendo y por eso continúa insistiendo y dice: ‘Bueno no quisieron venir y le dieron más importancia y le dieron prioridad otras cosas, vayan y salgan a los cruces de los caminos, vayan a los barrios, vayan las veredas, vayan las ciudades grandes, a los pueblos pequeños, vayan a la montaña, vayan a la llanura, vayan a su casa, vayan a todos los lugares, ¡inviten!’.
Pablo de Tarso también aceptó la invitación al banquete… aceptó venir al banquete del Señor y dice algo que también nos llena de fortaleza en este tiempo de prueba: ‘ hermanos yo sé vivir en la pobreza y en la abundancia, estoy entrenado para todo, estoy entrenado para la hartura y para el hambre; sé vivir en la abundancia y en la privación, en la abundancia y en la escasez’ Pablo nos dice en la carta a los Filipenses porque él aceptó la invitación al banquete del reino. Porque ‘Todo lo puedo en aquél que me conforta’, en aquél que conforta a su familia y su vida".
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