Ha llegado el Tiempo de la Misericordia

Monseñor Alberto Ojalvo, al abrir la Puerta de la Misericordia en la parroquia San Wenceslao, uno de los dos templos jubilares de la Vicaría Episcopal San Pedro, ha…
Con una asistencia de por lo menos setecientas personas, no solo de esta parroquia sino de varias incluso lejanas, el Vicario Episcopal, quien estuvo acompañado por el padre Libardo Valencia, párroco de esta parroquia, el padre Pedro Ernesto Herrera de San Juan María Vianney; el padre Rafael Bernal, de Santa María Mazzarello; el padre Julián Celis, de Nuestra Señora del Consuelo; el padre Juan Carlos Bejarano, de Santa Bárbara de Usaquén; cinco diáconos permanentes y varias comunidades religiosas se celebró esta Eucaristía solemne.
El desarrollo de la celebración se articula en cinco momentos:
El camino procesional.
La memoria del Bautismo.
Solemne apertura de la Sede Penitencial.
La celebración de la Eucaristía.
Veneración Mariana.
El carácter de la procesión es el de la peregrinación, "signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia" (MV 14). Recuerda el hecho de que "también es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio" (ibídem).
El sacramento del Bautismo es puerta de ingreso a la Iglesia comunidad. El rito de bendición y de aspersión con el agua constituye su memoria viva. El Bautismo, en efecto, es el "primer sacramento de la Nueva Alianza. Por él los hombres, adhiriéndose a Cristo por la fe y recibiendo el espíritu de hijos adoptivos, se llaman y son hijos de Dios; unidos a Cristo en una muerte y resurrección.
El Confesionario como lugar de la celebración del Sacramento de la penitencia y la reconciliación, se convierte en la "Puerta Santa del alma". Todo aquel que durante este año quiera experimentar la Misericordia de Dios, deberá atravesar también por las "puertas santas" del Confesionario y acercarse a este Sacramento para tener un encuentro vivo y verdadero con la Misericordia del Padre.
La celebración de la Eucaristía, "como acción de Cristo y del pueblo de Dios ordenado jerárquicamente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia, tanto universal, como local, y para cada uno de los fieles. Pues en ella se tiene la cumbre, tanto de la acción por la cual Dios, en Cristo, santifica al mundo, como la del culto que los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios, en el Espíritu Santo. "
Nuestro pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios. Dirijámonos a ella para que sus ojos misericordiosos no se aparten de nosotros e interceda por nosotros para que podamos contemplar el rostro de la Misericordia, su Hijo Jesucristo.
Fuente Disminuir
Fuente