Fe, consuelo y esperanza en el norte de Bogotá

En un ambiente profundamente humano y espiritual, la parroquia San Juan de Ávila, templo jubilar, que hace parte del territorio acogido por la Vicaría Episcopal Padre Misericordioso, en el norte de Bogotá, fue el escenario de una emotiva celebración eucarística por el Jubileo de los enfermos, los geriátricos y sus cuidadores. Cerca de 600 personas, entre pacientes, cuidadores - acompañantes, personal del mundo de la salud, animadores de evangelización de la Pastoral de la Salud y residentes de hogares geriátricos, participaron en este encuentro de consuelo, esperanza y misericordia.

La Eucaristía fue presidida por monseñor Rafael De Brigard, vicario episcopal territorial, acompañado por los párrocos y diáconos permanentes que sirven en esta extensa zona pastoral. Fue un momento en el que la Iglesia, como madre cercana, abrazó el sufrimiento humano y lo ofreció al Señor con sentido cristiano.

“Jesús no pasa de largo”
En su homilía, monseñor Rafael ofreció palabras que tocaron los corazones, recordando que la salud no es solo un tema físico, sino una realidad compleja donde la compañía, el amor y la fe marcan la diferencia. “Uno podría estar en el mejor hospital, pero si no tiene una buena compañía, se pierde el sentido, las ganas, la esperanza”, afirmó.
El vicario episcopal resaltó dos escenas fundamentales de la vida de Jesús: su cercanía con los marginados y su propio sufrimiento.
“Cristo nunca fue indiferente. Se detenía, curaba, bendecía... Su pasión fue más que la cruz: sufrió discriminación, rechazo, soledad. Todo eso lo conoció y lo convirtió en salvación”, dijo.

Con profunda sensibilidad, monseñor De Brigard exaltó el valor de los enfermos, los ancianos y las personas con limitaciones:
“En Cristo todo eso es redimido, es visto como ocasión de encuentro con Dios. Ante Él, ellos son los preferidos”.
Y añadió que en un mundo que exalta la fuerza, la juventud y el poder, la Iglesia proclama que también la debilidad merece respeto, atención y amor.

Una Iglesia que acompaña con amor
El momento también fue ocasión para dar gracias a Dios por quienes, movidos por la fe, acompañan a los enfermos: médicos, enfermeras, cuidadores, familiares y voluntarios de la Pastoral de la Salud. “Ustedes hacen una presencia importantísima de Dios”, expresó el sacerdote con gratitud. “Son un signo de la misericordia divina. Que nunca falte nuestro respeto y cariño hacia quienes nos cuidan, nos curan, nos acompañan”.
Evocando el testimonio de los últimos días del papa Francisco y del papa San Juan Pablo II, el vicario episcopal territorial destacó el valor del servicio hasta el final, incluso en medio del dolor. “Qué regalo de Dios ver cómo ellos, hasta con sus últimas fuerzas, seguían presentes entre los fieles”.
La figura de la Virgen María, Madre Dolorosa junto a la cruz, fue presentada como modelo e intercesora para todos. “Que ella nos enseñe a estar presentes donde hay sufrimiento, sin huir, siendo presencia de Dios, fortaleza de Dios, bendición de Dios”.

Gratitud y unidad
La celebración culminó con un emotivo reconocimiento a los hogares geriátricos, a los centros de salud, hospitales y clínicas del sector, y a todo el personal médico y pastoral que día a día acompaña con amor a quienes más lo necesitan. Monseñor Rafael De Brigard agradeció también a los sacerdotes y diáconos por su servicio constante a los enfermos, recordando que cada visita, cada oración, cada sacramento ofrecido en la debilidad, es una obra santificadora.
Esta celebración, realizada en el marco del Año Jubilar, fue una súplica por la gracia, la indulgencia y la fortaleza para quienes cargan la cruz de la enfermedad o la soledad. Pero, sobre todo, un testimonio vivo de que en la fragilidad también se encuentra a Dios. Y que la Iglesia, como cuerpo unido en la fe, está llamada a caminar junta, cuidándose unos a otros con misericordia y esperanza.
Las ofrenda recibidas en las distintas celebraciones jubilares en esta vicaría están siendo destinadas a la obra 'Casa Hermano Ettore', en el barrio Las Cruces, centro de Bogotá, que acoge a personas en situación de calle, adultos mayores en condición de abandono y población vulnerable.

Un dato:
La VET Padre Misericordioso erigida canónicamente por el cardenal Rubén Salazar Gómez, mediante decreto N°1111 del 7 de junio de 2017, a fin de fortalecer la atención pastoral ante el crecimiento urbanístico y demográfico en la zona norte de Bogotá, cuenta con el acompañamiento pastoral de monseñor Rafael De Brigard Merchán, vicario episcopal territorial; 32 párrocos; 6 vicarios parroquiales, 7 sacerdotes adscritos; 8 sacerdotes eméritos y 6 obispo eméritos.
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