La navegación en la Internet se le debe un jesuita
Si los ordenadores han jubilado definitivamente a la máquina de escribir, si podemos escribir y reescribir textos, hacer análisis y búsquedas con un par de clicks de…
El ordenador nació como una máquina para hacer cálculos. Justo después de la Segunda Guerra Mundial este emprendedor jesuita trabajaba en una obra titánica, quería analizar la obra de Santo Tomás, la belleza de nueve millones de palabras. Había, fatigosamente, reunido, a mano, diez mil fichas, todas dedicadas al inventario de la preposición «en», que creía fundamental desde el punto de vista filosófico. Padre Bussa tenía un reto: deseaba conectar entre ellas expresiones, frases, citas y compararlas con otras fuentes disponibles. Por eso en 1949 llamó a la puerta de Thomas Watson, el fundador de IBM, que lo recibió en su estudio neoyorquino, le escuchó y finalmente le dijo: «No es posible pedirle a las máquinas lo que usted me está diciendo. Usted pretende ser más americano que nosotros». El jesuita no se dio por vencido y puso bajo los ojos del jefe un cartel en el que estaba impreso el lema de la multinacional, acuñado por el propio Watson: «Lo difícil lo hacemos rápido, lo imposible nos lleva algo más de tiempo». Busa se lo dio al fundador de la IBM sin esconder su desilusión. Watson se sintió provocado y cambió de idea: «Está bien, padre, lo intentaremos. Pero con una condición: me debe prometer que no cambiará IBM, acrónimo de International Bussiness Machines, por International Busa Machines».
Del encuentro de estas dos mentes creativas, escribió Stefano Lorenzetto (que le hizo la última entrevista hace menos de un año) en “L’Osservatore Romano”: «nació el hipertexto, ese conjunto estructurado de información entre ella por conexiones dinámicas consultables en el ordenador con un click». La palabra hypertext, sería acuñada por Ted Nelson en 1965, para proyectar un software en grado de memorizar los caminos compuestos por un lector. Pero, como ha sido documentado por Antonio Zoppetti, experto en lingüística e informática, quien «de verdad trabajó en el hipertexto, con al menos quince años de anticipo sobre Nelson, fue el propio padre Busa». «Este jesuita – recuerda a “La Stampa” Giovani Ferrari, colaborador del Padre Busa y profesor de lingüística computacional en la facultad de Letras de Vercelli – ha sido el inventor de la elaboración de los textos mediante calculadoras, si hoy podemos memorizar los textos y analizar la frecuencia de las palabras se lo debemos a su mente. Ha sido él quién se lo ha enseñado a todo el mundo. Gracias a su intuición y a sus investigaciones la Academia Della Crusca ha sido posible digitalizar los textos de la literatura italiana».
El padre Roberto Busa, original de Vicenza, compañero de habitación de Albino Luciani, el futuro Juan Pablo I, en el seminario de Belluno, fue durante mucho tiempo profesor en la Universidad Pontificia Gregoriana y en la Católica. Y durante cinco años desde 1995 al 2000, también en el Politécnico de Milán, donde llevó a cabo cursos de inteligencia artificial y robótica. Gracias a los objetivos que consiguió se creó el «Roberto Busa Award», máxima institución para quién se ocupa de estas materias.
Su obra principal es el Index Thomisticus. Sancti Thomae Aquinatis operum omnium indices et concordantiae (Stuttgart, Frommann Holzboog, 1974-1980). Se compone de cincuenta y seis volúmenes, de cerca de mil páginas cada uno, con un total de sesenta y dos mil, y contiene el índice completo de todas las concurrencias de cada una de las palabras usadas por Santo Tomás en sus obras. Hace 21 años, la obra se convirtió primero en CD y luego en DVD.
Era un gran amante de las lenguas, estaba en grado de discutir sobre sus descubrimientos en latín, griego, hebreo, francés, inglés, español y alemán. «Me he tenido que conformar con el rótulo de Qumrân – contaba- que están escritos en hebreo, arameo y nabateo, con todo el Corán en árabe, con el cirílico, con el fínico, con el checo, con el georgiano, con el albanés».
«Lo que sorprendía del padre Busa – cuenta el profesor Ferrari- era el entusiasmo, la energía y la curiosidad con la que seguía los nuevos proyectos de investigación. El mismo entusiasmo y la misma energía que tenía en sus años de juventud».
A pesar de su edad, el padre Busa siguió trabajando hasta hace poco tiempo: estaba promoviendo un nuevo método para la traducción automática de una a otra lengua. En facebook existe un grupo «Padre Roberto Busa S.J.», donde investigadores y docentes de diversas universidades han testimoniado la importancia y la difusión de la obra del jesuita.
Padre Busa continuó siendo sacerdote siempre. Las investigaciones que desarrollaba sobre el software lo confirmaban en la fe: «Una mente que sepa escribir los programas que no ha escrito alguien más está en un nivel más alto de inteligencia. El cosmos no es más que un ordenador gigantesco. El programador es también el autor y el productor. Nosotros lo llamamos Dios misterioso porque en los circuitos del quehacer cotidiano no conseguimos encontrarlo. Pero los evangelios nos aseguran que hace dos mil años descendió del cielo».
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