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La caridad vence toda barrera: "Las llaves del Reino"

3 de mayo de 2016
La caridad vence toda barrera: "Las llaves del Reino"

Pocas historias tan conmovedoras sobre el amor universal, la perseverancia y la entrega al prójimo como la del padre Francis Chisholm, protagonista de "Las llaves del…

Esta película, basada en el libro escrito por A. J. Cronin en 1941, fue llevada al cine pocos años después con nada menos que Gregory Peck como actor principal.

La historia del padre Chisholm, enviado como misionero a la China de finales del siglo XIX, sigue cautivando por su generosidad, dramatismo y su mensaje profundamente cristiano. Es ciertamente una película que todo católico debería ver, y que nos sigue hablando con mucha claridad sin importar el paso de los años.

No solo las culturales, sino también las barreras del odio y de la indiferencia. Con su testimonio de caridad poco a poco el pade Chisholm va llenando de amor cristiano a quienes entran en contacto con su misión. No solo se gana el respeto de los demás, sino también los cuestiona profundamente y, a través de su testimonio, les abre ventanas al amor de Dios.

 La perseverancia es imprescindible para la santidad

La vida cristiana no es un cómodo camino sino todo lo contrario. Siempre hay obstáculos, tanto personales y como en el ambiente que nos rodea, que nos tentarán para que abandonemos nuestra tarea o caigamos en la desesperanza.

Cuando todo se ve destruido, el padre.Chisholm vuelve a empezar. Así debe ser la vida cristiana.

Amar al que nos hiere . Es una de las pruebas máximas del amor cristiano. Es fácil indignarse y querer justicia cuando alguien nos hace una injusticia. Es arduo, pero más noble, perdonar. Aun más difícil, pero expresión del amor más grande, es amar a quien nos hace daño.

Quien ama nunca fracasa

Quien entrega sin esperar recompensa acumula tesoros en el cielo. La caridad más alta ama al prójimo por amor a Dios. No espera un retorno, pero se sabe poseedora de un tesoro que no se apolilla ni se agota. En “Las llaves del Reino” la misión en China del padre Chisholm no busca recompensas terrenas. Sabe que lo que él siembra desinteresadamente Dios lo hará fructificar en bienes espirituales más allá de lo esperado.

Hay que confiar absolutamente en Dios y poner todo nuestro esfuerzo. No escatima el padre Chisholm ningún esfuerzo, ningún trabajo, si ello ayuda a cumplir su trabajo. Sabe bien que se encuentra en las manos de Dios, pero nunca se queda con las manos cruzadas para realizar el bien y poner de su parte para dejar que la gracia de Dios actúe.

Incluso si a nuestro alrededor todo parece estéril. Quizás es esta la gran enseñanza de Las llaves del Reino. Hay todo un paralelo entre el aparente fracaso del padre Chisholm y la exitosa carrera de su amigo Angus. La medida con la que Dios mide el fruto de nuestra vida es opuesta a las valoraciones mundanas que tantas veces solemos utilizar. En el más remoto rincón del mundo, en medio de la pobreza y la pequeñez, la vida del padre. Chisholm alcanza alturas insospechadas de caridad y de auténtica transformación del mundo.

 

Un film realizado en 1944 pero muy real para aplicar en la época actual con la practica de las virtudes humananas, tanto las del cielo como las terrenales. 

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