Juana de Asbaje y la onda feminista
Nació en un hogar “irregular” en el México de la colonia española, en 1648; la madre era una criolla “manchada de la tierra” y se crio en el hogar de sus abuelos, quienes tenían una amplísima biblioteca, que Juana convirtió en su salón de juegos y en el que aprendió a leer a los tres años.
A Juana, que tenía de como escoger sus lecturas, le apasionó desde siempre la teología, los textos griegos y romanos clásicos. Escribió una loa eucarística a los ocho años.
Le gustaba mucho la metafísica, sabía el idioma azteca, latín y griego. Con una gran memoria y capacidad mnemónica, llegó a la adolescencia con enormes conocimientos de literatura y filosofía, aspecto que se consideraba muy llamativo en su época, sobre todo para una mujer.
Para adquirir más conocimiento, quería ir a la universidad, pero esta era exclusiva de los hombres. Por ello quiso hasta travestirse para poder estudiar. Su madre se opuso rotundamente. Como respuesta a esto, cuando no alcanzaba un objetivo de estudio, Juan Inés se cortaba un mechón de su hermosa cabellera.
Su brillante inteligencia llamó la atención de la virreina, marquesa de Mancera, que la hizo su dama de honor permitiéndole usar la extensa biblioteca del virreinato.
A los 18 años ingresó a la orden de las Carmelitas, pero no resistió la rigidez, optando por la orden de las Jerónimas. Allí fue administradora del convento y se dedicó a escribir poesías y comedias, y también a la música.
Respuesta a una crítica
Entre 1691 se vio involucrada en una disputa teológica a raíz de una crítica privada que realizó sobre un sermón del predicador Antonio Vieira. Fue publicada por el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, bajo el título de Carta atenagórica. Él la prologó con el seudónimo de Sor Filotea, recomendando a Sor Juana que dejara de dedicarse a las «humanas letras» y se dedicase en cambio a las divinas.
Esto provocó la reacción de la poetisa a través del escrito “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”, donde hace una clara expresión de sus convicciones del derecho de las mujeres a expresarse con toda libertad.
Esto generó consecuencias negativas, pues posteriormente debió renunciar a su biblioteca, integrada por aproximadamente 4.000 volúmenes.
Educación de la mujer
Sus obras iban de lo profano a lo religioso, escribe versos que para la época, y más para una monja, iban al límite de lo ‘escandaloso’: conjugaba la teología y el racionalismo, fe y razón canalizándolos en un solo pensamiento.
Defendió hasta sus últimos días la paridad de los sexos, se puede ver claramente en su obra “Redondillas”. Y criticó explícitamente el sexismo en “Hombres necios”. “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz” es una clara defensa de los derechos de la educación en la mujer, de la posibilidad de ser mujer y también intelectual o erudita.
Sor Juana murió a causa de una epidemia el 17 de abril de 1695. Se convirtió sobre todo en el siglo XX en una de las escritoras mexicana más importante de la literatura, gracias a autores de habla hispana de la generación del ‘27. Con el advenimiento del feminismo su fama póstuma creció considerablemente hasta ser considerada la primera feminista del Nuevo Mundo.
Hombres necios
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia,
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que falta de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos enhorabuena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada,
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
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