Invitado especial
“Misionera” hasta la muerte…
De la religiosa colombiana Inés Arango Velásquez, asesinada en 1987 durante una misión en la selva ecuatoriana. La hermana Inés Arango Velásquez fue una religiosa perteneciente a la congregación de las “Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia”, conocida por su labor misionera en la Amazonía ecuatoriana y su defensa de los pueblos indígenas.
Fue asesinada en 1987 junto al obispo español Alejandro Labaka, mientras intentaban proteger a los indígenas “Tagaeri” de la explotación petrolera. Los “Tagaeri” son un pueblo indígena ecuatoriano, que ha optado por vivir en aislamiento voluntario, también conocidos como Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV).

La hermana Inés Arango Velásquez, nació en Medellín, el 6 de abril de 1937, fue asesinada con lanzas en su pecho, cuando tenía 50 años. Procedente de una familia conformada por mamá, papá y 12 hijos; Inés y dos hermanas más formaron parte de la comunidad de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada familia, de esta numerosa familia, quedan solo dos hermanas vivas, la mayor tiene 97 años y se encuentra en un hogar para adultos mayores en la ciudad de Medellín.
La hermana Cecilia Arango Velásquez, dos años menor que la hermana Inés Arango, cumplió el pasado mes de mayo 90 años de vida. Está en Bogotá, vive en las instalaciones del colegio María Inmaculada, perteneciente a las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, ubicado en la carrera 7 con calle 166, al norte de la ciudad.
Cabe recordar que esta congregación fue fundada el 11 de mayo de 1885, por el sacerdote capuchino, Fray Luis Amigó en el santuario de Nuestra Señora de Montiel, Benaguacil- Valencia- España, siendo aprobada por el papa León XIII, el 25 de marzo de 1902.
Entrega y la misión
La hermana Inés, ingresó a la Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia en 1955, siendo una adolescente, a sus 17 años. Tras su formación y votos perpetuos, dedicó varios años a la enseñanza, a la educación. Buscando hacer misión, que era lo que le apasionaba, en 1977, aceptó un llamado a formar parte de la primera expedición misionera de su congregación en Aguarico, Ecuador.
“Inés ingresó a la congregación precisamente el día que se estaba celebrando los 100 años del padre Luis Amigó nuestro fundador. En la familia tenemos muchos religiosos, por el lado de mi madre fueron dos sacerdotes y por el lado de mi padre; primos sacerdotes y obispos. Siempre nos educaron en la fe, en la esperanza, todos los domingos íbamos en familia a la eucaristía, nuestros padres nos formaron en la fe”. Afirma la hermana Cecilia.
Junto a Alejandro Labaka Ugarte, misionero español y obispo vicario apostólico de Aguarico, la hermana Inés decidió acercarse a la tribu de los “Tagaeri”. Ambos sabían del riesgo que corrían: ya que se vivían en ese entonces, grandes tensiones entre los indígenas, que buscaban proteger su territorio, y las compañías petroleras, estaban en su punto más álgido.
La hermana Inés mantenía constante comunicación con su hermana Cecilia, y le envió una carta días antes de ser asesinada, donde al final del escrito decía “Si muero me voy feliz. Ojalá nadie sepa nada de mí, no busco fama, ni nombre”. Carta escrita a puño y letra. La hermana Inés Arango y monseñor Labaka fueron asesinados violentamente a manos de miembros del grupo indígena. El 21 de julio de 1987, la misión terminó con su propia vida.
¿Próxima santa colombiana?
El Dicasterio para las Causas de los Santos afirma que “la venerable sierva de Dios ofreció libre y voluntariamente su vida propter caritatem, por las misiones y, en este caso concreto, por la tribu "tagaeri”. Señala que “es suficientemente clara la conexión entre la ofrenda de vida y la muerte prematura”, pues “sabía que su misión era muy arriesgada, pero necesaria para el bien de los nativos".
El Dicasterio indica que, aunque no hay testigos del momento de su muerte, “está claro que decidió permanecer fiel a su compromiso con los más pobres y a su misión evangelizadora". Tras ser declarada venerable, el siguiente paso en el proceso será el reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión, lo que permitiría su beatificación. Más adelante, un segundo milagro abriría la puerta a su canonización.

A continuación como invitada especial, testimonio de la hermana Cecilia Arango Velásquez, quien nos narra el sacrificio de su hermana de sangre y de congregación, hermana Inés Arango, quien dio su vida por la misión:
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