El Papa León XIV reflexionó durante la audiencia general de este miércoles sobre la esperanza cristiana, una de las tres virtudes teologales junto con la fe y la caridad, y señaló que “incluso cuando nos sentimos perdidos”.
“No hay ningún grito que Dios no escuche, incluso cuando no somos conscientes de dirigirnos a él”, afirmó el Pontífice que para apoyar esta idea analizó el pasaje de la sanación de Bartimeo, descrito en el Evangelio de San Marcos como un hombre ciego y mendigo, que se encontró con Jesús a la salida de Jericó.
Según señaló, este relato ayuda a comprender que “nunca hay que abandonar la esperanza, incluso cuando nos sentimos perdidos”.
El Santo Padre habló sobre las curaciones que realizó Jesús e invitó a los católicos a presentar ante el Corazón de Cristo las “partes más doloridas o frágiles” o aquellos lugares de la vida en los que se “sienten paralizados y bloqueados”.
“¡Pidamos al Señor con confianza que escuche nuestro grito y nos cure!”, exclamó el Pontífice.
El Papa puso el foco en la actitud de Jesús que no se acerca “inmediatamente a él” que incluso le pregunta qué quiere que haga. En realidad, “no es obvio que queramos curarnos de nuestras enfermedades, a veces preferimos quedarnos quietos para no asumir responsabilidades”, justificó el Pontífice.
“Parece extraño que, ante un ciego, Jesús no se acerque pero, si lo pensamos bien, es la forma de reactivar la vida de Bartimeo: lo empuja a levantarse, confía en su posibilidad de caminar”, añadió.
De hecho, aseguró que Bartimeo no solo quiere volver a ver, sino que también “quiere recuperar su dignidad”.
“Para mirar hacia arriba, hay que levantar la cabeza. A veces las personas se bloquean porque la vida las ha humillado y solo desean recuperar su valor”, insistió el Santo Padre.
Por ello, llamó a hacer todo lo posible por conseguir lo que se quiere “incluso cuando los demás te reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes”. “Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!”, exclamó.
En todo caso, subrayó que lo que salva a Bartimeo “es la fe”. “Jesús nos cura para que podamos ser libres”, remarcó.
Exponerse ante Jesús con todas nuestras vulnerabilidades
León XIV se detuvo también en el gesto que tuvo que realizar Bartimeo de arrojar su manto para ponerse de pie.
“Para un mendigo, el manto lo es todo: es la seguridad, es la casa, es la defensa que lo protege. Incluso la ley protegía el manto del mendigo y obligaba a devolverlo por la tarde, si había sido tomado en prenda”, explicó.
En este sentido, comparó de forma metafórica el manto del mendigo con las “aparentes seguridades” que rodean nuestra vida.
“Muchas veces lo que nos bloquea son precisamente nuestras aparentes seguridades, lo que nos hemos puesto para defendernos y que, en cambio, nos impide caminar”, destacó.
Por ello, recalcó que para ir a Jesús y dejarse curar, Bartimeo “debe exponerse a Él en toda su vulnerabilidad”. Un paso fundamental para todo camino de curación.
Finalmente, llamó a poner “con confianza ante Jesús nuestras enfermedades, y también las de nuestros seres queridos”, así como “el dolor de quienes se sienten perdidos y sin salida”. “Clamemos también por ellos, y estemos seguros de que el Señor nos escuchará y se detendrá”, concluyó.
Antes de comenzar la catequesis, el Papa recorrió en papamóvil la plaza de San Pedro. Como cada miércoles muchas familias esperaban con alegría que el vehículo pasase cerca de ellos para que sus hijos pequeños recibieran el regalo de la bendición. También había muchas banderas en representación de los países de los que provienen los peregrinos. Durante el recorrido, el pontífice hizo parar el papamóvil en varias ocasiones, por ejemplo, para firmar un libro.
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