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Necesitamos replantearnos nuestra relación con el trabajo

5 de septiembre de 2025
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Con los trabajadores cada vez más "quemados", menos comprometidos con su empleo y con poca intención mantener al modelo tradicional, preopan demia, las grandes compañías se empeñan en instaurar cambios que, según ellos, devolverán el bienestar al ámbito laboral. Aunque la verdadera transformación radica en recordar cuál es el sentido de esta actividad a la que le dedicamos la mayor parte de nuestro dia.

Contó Gabriel García Márquez, en la novela Cien años de soledad, que el coron el Aureliano Buendia dedicó media vida a hacer pescaditos de oro. Los vendia por una moneda, que luego fundía, para hacer otro pescadito. Un oficio sin remuneración económica, que hacía solo por hacer. Un trabajo por la acción de trabajar, por las ganancias espirituales que resultaban de ser responsable de embellecer la ciudad con sus figuras de oro. El coron el Aurelian o Buendia era una excepción, aun en Macondo. En nuestra sociedad, pocos se pueden permitir pensar en el trabajo como una forma de contribuir a la sociedad. La mayoría está acostumbrada a pensarlo sólo como el salario que le deja. Creando así una relación, cuando menos, tria con el, y a menudo hostil.

En 2025, solo el 23% de la fuerza laboral global se siente comprometida con su trabajo, según una encuesta de Gallup. Por otro lado, la inflación y los salarios bajos convierten al pluriempleo en una realidad cada vez más común.

El término "Lazy girl job" y los influencers que dan tips para "poner limites" a las demandas del mundo corporativo se vuelven cada vez más populares en las redes sociales. Y, según datos recogidos por Deloitte, el 52% de los jóvenes de la generación Z siente "burnout".

 

¿Cómo llegamos aquí?

La pandemia del covid-19 impulsó el teletrabajo, haciendo que muchos se cuestionaran por qué invertian tantas horas de su tiempo en una oficina. Los empleados, entonces, empezaron a priorizar la flexibilidad, la autonomía y la estabilidad. Una tendencia especialmente fuerte en quienes entraron a la fuerza laboral por primera vez durante esos años.

En un intento de evitar la "gran renuncia", las compañías concentraban sus estuerzos para retener trabajadores, garantizando a sus empleados medidas de bienestar como el trabajo desde casa. Muchos entonces se fueron de las grandes ciudades, a disfrutar de viviendas más baratas, a vistas de que no tendrían que volver en su dia a dia a la oficina. Otros, se acostumbraron a trabajar lo minimo, bajo la insignia del "quiet quitting", después de la epifanía que, durante la pandemia, resaltó la importancia de las viven cias fuera de las horas laborales.

Según un estudio citado por Le Monde, el 57% de los ejecutivos menores de 35 años no estarían dispuestos a trabajar para una compañía con una política de presencialidad total.

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