“La paciencia es una virtud cristiana”

Continuando el ciclo de catequesis sobre "la pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente", el Santo Padre se refirió a la vida de santa Catalina Tekakwitha, la primera santa nativa de América del Norte, cuya historia dejó una huella de inspiración y devoción.
La historia de esta santa es un testimonio de la capacidad de la fe para superar adversidades.
En esta línea, el Papa Francisco indicó: “Quien no tiene paciencia no es un buen cristiano. La paciencia para tolerar las dificultades, para tolerar a los demás que a veces son molestos, o que te ponen en dificultades”.
Catalina nació en 1656 en el norte del Estado de Nueva York, fruto de la unión entre un jefe mohawk no bautizado y una madre algonquina cristiana. Su madre le transmitió las bases de la fe, enseñándole a rezar y cantar himnos a Dios en el dialecto familiar. La evangelización comenzó en su hogar, un recordatorio de cómo la fe se hereda y trasciende a través de generaciones.
El Pontífice explicó que la vida de Catalina estuvo marcada por dificultades y desafíos, desde la epidemia de viruela que se llevó a su familia y dejó cicatrices en su rostro y problemas de visión, hasta las persecuciones y amenazas que enfrentó tras su bautismo. Sin embargo, su amor por la cruz y su paciencia ante las dificultades la llevaron a encontrar en la fe un refugio y una fuerza para llevar adelante su testimonio.
“En efecto, el testimonio del Evangelio no consiste sólo en lo que es agradable; también debemos saber llevar nuestras cruces cotidianas con paciencia, con confianza y esperanza”, explicó el Obispo de Roma.
Asimismo, resaltó la importancia de la paciencia como virtud cristiana, invitando a todos a no desanimarse ante las dificultades y a abrir el corazón a Jesús en momentos de desafío.
“Cuando encontramos dificultades para vivir y anunciar el Evangelio, podemos sentir la tentación de desanimarnos, de refugiarnos en nuestras certezas o de encerrarnos en pequeños grupos que piensan como nosotros. La vida de Catalina Tekakwitha nos muestra que todo desafío puede superarse si abrimos nuestro corazón a Jesús, que nos concede la gracia que necesitamos: Paciencia y un corazón abierto a Jesús. Esta es una receta para vivir bien”, anotó.
Es inherente a la santidad atraer
Catalina vivió su fe con compromiso, asistiendo a misa, rezando el Rosario y sirviendo a los demás, especialmente a los enfermos y ancianos en la misión jesuita cercana a Montreal.
“Estas prácticas espirituales suyas impresionaban a todos en la Misión; reconocían en Catalina una santidad que atraía porque nacía de su profundo amor a Dios". “Es inherente a la santidad atraer. Dios nos llama por atracción”, afirmó el Papa Francisco.
Catalina —narró— también eligió la entrega total a Dios al hacer voto de virginidad perpetua, una muestra del celo apostólico que impulsa a cada cristiano a comprometerse en su vocación y misión diaria.
“Por supuesto, no todos están llamados a hacer el mismo voto de Catalina”, expresó el Obispo de Roma. Sin embargo, señaló que el ejemplo de Catalina enseña que la fe se expresa en el servicio humilde y amoroso a Dios y al prójimo.
La santidad se encuentra en las acciones ordinarias vividas de manera extraordinaria.
“La fe no es maquillarse, maquillar el alma, es servir”, expresó.
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