El Papa de la ropa raída

 
Según el semanario católico Famiglia Cristiana, “existe un puente ideal de conexión en el Papa que frente a los poderosos que llegaron a la inauguración de la Expo de Milán se proclama ‘voz de los pobres’ y portavoz de los hambrientos, invitando a redescubrir sus rostros, y el que dos días después, el domingo en la tarde, con la ropa malgastada, visitó la parroquia “Regina pacis” para encontrar a jóvenes y hambrientos.
 
La sotana raída recuerda la de un infatigable apóstol de los últimos, don Oreste Benzi, y según Famiglia Cristiana “no es signo de un pauperismo exhibicionista pensado para las cámaras de TV y que en el pasado fue incluso instrumentalizado, sino de un Papa al que le gusta estar en medio de la gente, abrazar, estar presente en persona, sin resguardarse, intérprete extraordinario de esa ‘teología del rostro’ que significa encuentro concreto con los rostros de las personas”.
 
La sotana "consumida" evoca también otra imagen que es la de san Francisco de Asís, de quien tomó el nombre, que se desnudó delante de todos y tomó hábito de ermitaño para servir mejor a los pobres y al Evangelio.
 
Para algunos (pocos) se trata en cambio no de un detalle significativo de su estilo pastoral sobrio, sino como un “truco de feria” (blog Papale Papale, 5 mayo), con el deseo “populista y ansioso por lanzar mensajes ‘populistas’”, y que incluso acusaban al Papa de haber deshilachado aposta las mangas de su sotana, como una muestra de “falsa humildad”.
 
Un análisis rechazado por la mayoría de los portales y blogs católicos, que no creen que haya sido un gesto calculado, sino algo coherente con el "Bergoglio style" desde el inicio del pontificado.
 
Los zapatos negros que lleva desde que fue elegido, la cruz sencilla de metal, el anillo del pescador de plata y un reloj de muñeca sencillísimo, un Swatch modelo básico... Todo esto, más que fruto de una estrategia razonada, es la manera de actuar de un pontífice que rompe esquemas.
 
De hecho, la foto de la manga raída del Papa ha sido muy apreciada y compartida en las redes sociales, que se han convertido ya en el termómetro de los sentimientos del ciudadano medio, católico o no católico (La Reppubblica, 4 mayo)