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El Espíritu Santo es nuestro abogado, hay que abrir el corazón para dejarlo entrar

21 de mayo de 2017
El Espíritu Santo es nuestro abogado, hay que abrir el corazón para dejarlo entrar

Francisco reflexionó en su homilía sobre el discurso del Hijo de Dios en la Última Cena: “Estén tranquilos, no los dejaré huérfanos”, enviaré a un «abogado», el Espíritu…

Solamente el Espíritu Santo «nos enseña a decir: “Jesús es el Señor”: sin el Espíritu ninguno de nosotros es capaz de decirlo, de sentirlo, de vivirlo. Jesús, en otros pasajes de este discurso largo, dijo de Él: “Él los conducirá a la Verdad plena”, nos acompañará hacia la Verdad plena. “Él hará que recuerden todas las cosas que yo he dicho; les enseñará todo”». Por ello, el Espíritu es «el compañero de camino de todo cristiano, también el compañero de camino de la Iglesia. Es este el don que Jesús nos da».

 El Espíritu Santo es un regalo: «El gran don de Jesús, el que no nos hace errar». Se preguntó el Papa Bergoglio: pero ¿dónde habita el Espíritu? 

 En la Primera Lectura de hoy, de los Hechos de los Apóstoles, se lee la historia de Lidia, «comerciante de púrpura» que «sabía hacer las cosas», a la cual Dios «abrió el corazón para adherir a la Palabra de Dios». Explicó Francisco: «El Señor le abrió el corazón para que entrara el Espíritu Santo y se hiciera una discípula. Es justamente en el corazón en donde nosotros llevamos al Espíritu Santo. La Iglesia lo llama “el dulce huésped de corazón”: está aquí (dijo tocándose el pecho) Pero en un corazón cerrado no puede entrar. “Ah, ¿dónde se compran las llaves para abrir el corazón?”. No: ese también es un don. Es un don de Dios. “Señor, ábreme el corazón para que entre el Espíritu Santo y me haga comprender que Jesús es el Señor”».

  He aquí, según el Papa, una oración que hay que recitar en estos días: «Señor, ábreme el corazón, para que yo pueda comprender lo que Tú nos has enseñado. Para que yo me pueda acordar de tus palabras. Para que yo pueda seguir tus palabras. Para que yo llegue a la verdad plena».

 El Papa invitó a preguntarse si el propio corazón está verdaderamente abierto al Espíritu: se requiere el corazón abierto «para que entre el Espíritu, y nosotros, escuchar al Espíritu. Haré dos preguntas que solo se pueden tomar de estas dos Lecturas. Primera: ¿yo le pido al Señor la gracia de tener un corazón abierto? Segunda pregunta: ¿yo trato de escuchar al Espíritu Santo, sus inspiraciones, las cosas que Él le dice a mi corazón para que yo siga adelante en la vida de cristiano y para que pueda ofrecer testimonio de que Jesús es el Señor?». Francisco exhortó, al final de la homilía, a pensar «en estas dos cosas, hoy: ¿mi corazón está abierto?, y ¿hago el esfuerzo de escuchar al Espíritu Santo, lo que me dice? Y así saldremos adelante en la vida cristiana y también nosotros daremos testimonio de Jesucristo».

 

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