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Declaración de organizaciones eclesiales por la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2023

20 de septiembre de 2023
Declaración de organizaciones eclesiales por la Jornada mundial del migrante y refugiado 2023
Imagen:
de referencia - unicef.org
«Libres de elegir si migrar o quedarse».

La Red Eclesial de Migración, Trata, Refugio, Desplazamiento (Clamor); la Red África-Europa para la Movilidad Humana (RAEMH); y Cáritas Internacional han suscrito un comunicado por la 109.ª Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, que se celebrará el próximo 24 de septiembre.

 

Recordaron que este año el papa Francisco ha centrado su mensaje “en el derecho de toda persona a elegir si migrar o quedarse, en el pleno respeto de su dignidad humana. Estos son principios rectores que, inspirados en la doctrina social de la Iglesia, guían nuestro compromiso diario con las comunidades y las personas en situación de movilidad”.

 

Indicaron, con datos del Informe sobre Tendencias Mundiales 2023 del ACNUR, que “108,4 millones de personas fueron desarraigadas por la fuerza de sus hogares como consecuencia de persecuciones, conflictos, violencia, violaciones de los derechos humanos y otros eventos a finales de 2022”, lo que significa un aumento del 21% respecto a 2021.

Frente a este complejo contexto para conseguir soluciones duraderas será “esencial dar una respuesta basada en los derechos a largo plazo, a la legítima demanda de toda persona para una vida digna”.

El derecho a no migrar

Las organizaciones hacen un llamado para “transformar las estructuras sociales y políticas que les lleva a una lucha por la supervivencia y a su rechazo”, en especial, “a los responsables de la toma de decisiones y a otras partes interesadas para que vuelvan a centrar las políticas de los Estados y el cuidado de las comunidades en la acogida, la protección, la promoción y la plena integración de las personas desplazadas”.

Reconocieron la generosidad con la que “muchos países del Sur Global acogen, hospedan y ayudan a la gran mayoría de las personas que se desplazan, a pesar de sus propios retos económicos y de desarrollo”.

Y como lo hizo Jesús “estamos llamados a comprender, empatizar y apoyar a quienes emigran”. Él se identificaba con los que “se quedaban atrás y acogía a los que daban de comer al hambriento, de beber al sediento, de abrigar y acoger al emigrante”.

 

El derecho a permanecer en el propio país significa que “se garantizan las condiciones sociales, laborales y de desarrollo humano de las personas en sus lugares de origen. Implica un compromiso multilateral y es una clara expresión de justicia social”.

 

El “derecho a quedarse, a no migrar”, sigue sin reconocerse en las legislaciones nacionales y hay muchos ejemplos que ilustran hasta qué punto se incumple, por ende, aumentaron “los desplazamientos forzados en las últimas décadas” (…) muestra de cómo “estos derechos se violan sistemáticamente”.

Análisis de las causas

Hicieron un análisis de las causas de la migración en el mundo. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, “las actividades mineras nacionales y multinacionales no reguladas y a menudo patrocinadas por el Estado están amenazando el hábitat y expulsando a las comunidades indígenas de sus tierras ancestrales”.

Por supuesto, la mala gestión de los gobiernos y las políticas económicas que ensanchan la brecha entre ricos y pobres “provocan una reducción de los ingresos y un aumento del desempleo y de la tasa de pobreza en varios países de la región”.

En África, en la periferia del Sáhara, “la inseguridad generalizada vinculada a los conflictos y a las amenazas terroristas, unida al impacto del cambio climático y a la inseguridad alimentaria, empujan a la población a vagar sin perspectivas de encontrar refugio en otro territorio dispuesto a acogerlos a largo plazo”.

“El Medio Oriente – Siria y Yemen en particular– está en el centro de intereses geopolíticos que “han alimentado conflictos e impedido caminos de paz, así como el retorno seguro de los refugiados y desplazados internos a sus hogares”.

En Asia, la falta de una acción climática audaz por parte de la comunidad internacional fomenta las actividades humanas depredadoras, como la minería y otros proyectos de desarrollo a gran escala llevados a cabo sin consultar a las comunidades locales, “han aumentado el número y la intensidad de los fenómenos climáticos extremos de aparición rápida y lenta y están provocando una degradación generalizada del medio ambiente”.

En las islas del sur del Pacífico, “el cambio climático provocó la subida del nivel del mar y el calentamiento de los océanos y, por tanto, la erosión de las costas y la desaparición de unas islas. Unas poblaciones costeras se vieron obligadas a abandonar sus hogares, perdiendo sus tierras y medios de subsistencia, así como su patrimonio cultural ancestral”.

Vea comunicado aquí

Fuente:
ADN Celam
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