El Cristianismo, doctrina, “Buena Noticia”, nuevo modo de vida, historia de la salvación, la lógica del Reino de Dios, visto desde nuestra condición humana, no es fácil comprenderlo. Y si se trata de descubrir, comprender y vivir el misterio de la persona de Jesús y de su misión en la tierra, eso no es posible sin la luz del Espíritu Santo.
San Marcos escribe su Evangelio con el propósito de mostrar a esas primeras comunidades que Jesús es el Hijo de Dios, el Cristo que ha de padecer y morir en una cruz, y no oculta los momentos de tensión vividos en Galilea. Ni la gente, ni los mismos discípulos, a pesar de los milagros y de oírlo enseñar con autoridad, comprenden el misterio de Jesús. Podríamos decir que Jesús es el gran incomprendido. Unos ven en Él a Juan el Bautista, otros a Elías, otros a uno de tantos profetas. Para otros está poseído de un demonio, o es un desquiciado.
Ante esta situación, atravesando Galilea, camino de Jerusalén, Jesús instruye a sus discípulos sobre algo vital: Quién es y cómo es el Mesías.
Que el Mesías, el Hijo del Hombre, tenga que padecer y ser crucificado; eso no es posible. El mismo Pedro se escandaliza y lo reprende. Morir por el Evangelio es una ganancia, pues el que pierde la vida por Jesús y por la Buena Noticia, se salvará. ¿Quién entiende esta dinámica cristiana de que morir es empezar a vivir? ¿Y qué sentido tiene afirmar que quien quiera entre vosotros ser el primero, que sea el último de todos, y el servidor de todos?
Esa es la lógica del Reino de Dios y también de la comunidad cristiana como primicia del Reino. La opción por los pobres y los que sufren es el criterio fundamental de la Iglesia de Jesús; su misión es de servicio y amor sin factura de cobro, de vivir para los demás sin buscar ninguna primacía, ni privilegio, ni pago. En la Iglesia, quien más sirve, quien con mayor amor sirve al niño como lo hizo Jesús, será el primero en Reino de los cielos.
Hermanos: Nuestra fe en Dios no es puramente cerebral, y menos un rito frío, ni un entramado de simbolismos. Es el misterio de Jesús, el Cristo, hecho hombre, que vino a la tierra a servir y dar la vida por nosotros. ¿Lo estamos Imitando?.
Todo bautizado, todo cristiano, la Iglesia, tiene una misión en el mundo: amar, servir, vivir para los demás. ¿Lo hemos entendido? ¡Convertíos y creed en el Evangelio!, nos pide el Señor.
Padre Carlos Marín G.
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