LITURGIA - Romper la comunión por no estar preparados para el encuentro

Este domingo iniciamos la lectura del quinto sermón de Jesús en el evangelio según san Mateo; el evangelista refiere que terminada la confrontación con los dirigentes judíos, Jesús sale del templo; entonces uno de los presentes le llama la atención sobre el conjunto de los edificios, a lo que Jesús responde que de ellos no quedará ‘piedra sobre piedra’.
El quinto y último sermón de Jesús en el evangelio de Mateo tiene como tema la segunda venida de Cristo, al final de la historia. Este sermòn se estructura en tres partes, en la primera Jesús describe la venida del Hijo del hombre al final del tiempo, la segunda parte está conformada por una serie de parábolas que buscan instruir sobre la verdadera sabiduría para esperar al Hijo del hombre y en la tercera se revela que el Hijo del hombre vendrá para juzgar a todas las naciones. El texto del evangelio de la misa de hoy (Mateo 25, 1-13) presenta una de las parábolas de la segunda parte.
La historia referida por Jesús sobre las diez vírgenes puede tener diferentes interpretaciones bien como una referencia a la segunda venida de Cristo (la llegada del esposo), bien como exhortación a estar preparados (tener aceite para las lámparas) o también como la participación en el banquete de bodas. Ante esta amplia posibilidad de significaciones proponemos buscar el sentido desde la orientación de la primera lectura de la misa.
El leccionario de la misa ambienta a la asamblea con el texto del libro de la Sabiduría (6, 12-16) para acoger el mensaje central del evangelio. La primera lectura expresa en primer término la iniciativa de la sabiduría: se deja ver con facilidad, se adelanta a manifestarse, sale al encuentro; a esta decisón de la sabiduría debe corresponder la receptividad del hombre: la ama, la busca y este deseo de ella lo lleva anticiparse al inicio del día. En conclusión, la sabiduría busca a quienes la desean y se dejan encontrar de ellos. Esta imagen de búsqueda y encuentro nos abre una vía para la interpretación de la parábola de las diez vírgenes.
El texto del evangelio se abre con el anuncio o título de una historia sobre diez vírgenes que salen al encuentro del esposo. Antes de entrar en el desarrollo de la narración es útil tener al menos una idea sobre la práctica de las celebraciones nupciales en tiempos de Jesús. Aunque no hay unanimidad entre los comentadores sobre un ritual común, se puede entrever que habría una fiesta popular en casa del novio, para iniciar la fiesta, el contrayente se desplaza hasta la casa de sus suegros para buscar a su futura esposa y llevarla a su nueva casa, la novia sale acompañada de la casa paterna por un grupo de doncellas que llevan antorchas o lámparas en sus manos.
De otra parte es conveniente recordar que en la tradición bíblica se acude en varias ocasiones a la imagen de las bodas para presentar la alianza de Dios con Israel, de Dios con la humanidad y, en el Nuevo Testamento, de Jesús con la Iglesia (véase Juan 2, 1-11; Marcos 2, 19-20; Efesios 5, 21-32; Apocalipsis 19, 7-8; etc.).
Anunciada la historia, viene el desarrollo de la trama en la que diferenciamos tres partes. Al inicio tenemos la declaración de intención de la acción y la presentación de las protagonistas; la acción que se va a narrar es un encuentro, concepto muy socorrido dentro del lenguaje de salvación: la salvación como encuentro (véase Lucas 15, 5-7.9-10.24.32).
Al presentar a las protagonistas se menciona un grupo de vírgenes conformado por dos condiciones de personas; del grupo de vírgenes, cinco de ellas son sensatas, y como prueba de ello junto con las lámparas se proveen del aceite indispensable para mantener la lumbre; las otra cinco son necias y no cuidan de llevar también aceite para las lámparas. Para dar inicio al desarrollo de la trama, la primera parte concluye afirmando que el esposo se demora más de lo pensado y todas aquellas personas se durmieron.
La segunda parte se desarrolla en medio de la noche. Cuando todos duermen se oye una voz. En el momento menos esperado llega el esposo y las protagonistas tienen que ponerse a punto para el encuentro. Es entonces cuando se manifiesta la diferencia entre las sensatas y las necias; al no haber previsto aceite para mantener las lámparas encendidas, las necias salen a comprarlo. Aquí, estar preparado es tener aceite para mantener encendida la lámpara y quienes no estaban preparadas en el momento no entran con el esposo a la fiesta de bodas.
Sin embargo, el mensaje central está en el desenlace del drama. Las que no estaban preparadas llegan después de haberse cerrado la puerta e insisten en que se les abra para así participar en la fiesta de bodas. Pero el Hijo del hombre rompe la comunión con las que no estaban preparadas: «En verdad les digo que no las conozco». De modo que el proyecto de salir al encuentro se ve truncado por un juicio que concluye la desvinculación con el Esposo.
Desde esta perspectiva, no estar preparado está indicando en esta historia no tomarse en serie la vida cristiana, no asumir responsablemente la invitación para salir al encuentro del Señor que viene.
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