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El perdón y la corrección fraterna son imprescindibles

10 de septiembre de 2023
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En la comunidad hay problemas de convivencia; hay rivalidades, escándalos, ofensas personales ¿Qué hacer entonces para que la Iglesia sea de verdad una comunidad de hermanos en Cristo el Señor?

En el capítulo 18 de San Mateo nos recuerda las enseñanzas de Jesús a sus discípulos y en ellos a los cristianos de todos los tiempos: Vivir la fraternidad desde el perdón sincero para que la Iglesia sea lo que Jesús quiere: una comunidad de hermanos. Para ello el perdón y la corrección fraterna son imprescindibles.

En la 2ª. Lectura San Pablo nos enseña que el amor mutuo es la virtud suprema del miembro de una comunidad cristiana.

Si un hermano se ha separado de la comunidad, hay que hacer todo lo posible para que él vuelva; desde las expresiones más sencillas como saludar, acoger, escuchar, acompañar, hasta la corrección fraterna para ayudarle a regresar.

Es el camino que nos propone el Señor Jesús. Todos cometemos equivocaciones o errores en la vida; por eso necesitamos empezar de nuevo todos los días; necesitamos una nueva oportunidad, necesitamos la caridad de los demás hermanos. Es así como abrimos camino al Reino de Dios, Reino de misericordia, de justicia y de amor, y a la edificación de una iglesia fiel a Jesús; más cercana a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo, en particular a los que sufren en el alma o en el cuerpo.

Es que la fe en el amor de Dios tenemos que aprender a vivirla siempre en el seno de una comunidad, formada por

seres humanos, compartiendo con hombres y mujeres históricos, no con ángeles, compartiendo la presencia de Jesús y la misma esperanza en su venida gloriosa en medio de todos y con todos, sin excluir a ninguno. Eso es lo que mejor hace brillar en la iglesia el rostro de Cristo.

Si la venganza, el rencor, el desprecio al hermano, llegaren en algún momento a tener cabida entre nosotros, querría decir que poco o nada conocemos de Aquel que se hizo hombre, nos perdona a todos, nos dejó su Cuerpo y Su Sangre, y dio su vida por todos.

La vida de fe de las comunidades cristianas, tiene que estar centrada en la Persona de Jesús, en su Palabra, en su ejemplo de vida, no en intereses personales, no en novedades caprichosas, no en falsos protagonismos. Y será el pastor de esas ovejas quien las guía con la palabra, con el Sacramento y con el ejemplo de su vida.

Padre Carlos Marín G.

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