El drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia
El pasado domingo 4 de octubre, inició el Sínodo de los Obispos con el tema central “La vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. El…
“Un profundo vacío en el corazón”
Sobre la soledad, el Obispo de Roma describe los diferentes integrantes de una familia y algunas situaciones en que viven el estar solos “Pienso en los ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su propio marido; en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y los refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte”.
Hace una reflexión sobre la globalización que influye en tantas familias donde la prioridad está más en el tener y aparentar, que en el “calor de hogar y de familia”, donde se busca más el placer que el verdadero amor, expresó: “Son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero”.
Y ese profundo vacío del corazón, al que se refirió también va relacionado con la triste realidad que viven muchos matrimonios, donde el amor ya no permanece en el tiempo, se acaba la fidelidad y no hay estabilidad, de ahí que el amor duradero, el cual es todo lo contrario, se le determina “cada vez más objeto de burla y es considerado como algo anticuado”.
Hace un llamado a vivir relaciones sólidas, fecundas de amor y con mayor seriedad de las promesas que la pareja, el hombre y la mujer, hacen al consagrarse como matrimonio. Así mismo, cuestiona las sociedades más avanzadas frente al porcentaje que presentan de poca natalidad, el mayor número de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social.
“Amarse para siempre”
El papa Francisco se refirió a la lectura del génesis «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude» (Gn 2,18), dijo que “nada hace más feliz al hombre que un corazón que se asemeje a él, que le corresponda, que lo ame y que acabe con la soledad y el sentirse solo”.
Así mismo explicó que Dios no ha creado el ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que es su complemento; para vivir la extraordinaria experiencia del amor: “es decir de amar y ser amado; y para ver su amor fecundo en los hijos, como dice el salmo que hemos leído hoy (cf. Sal 128)”.
En su mensaje, dice que el sueño de Dios para sus hijos es verlos realizados en “la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca…Dios bendice el amor humano, es él el que une los corazones de dos personas que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad. Esto significa que el objetivo de la vida conyugal no es sólo vivir juntos, sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y originante”.
“Vivir el amor auténtico”
Ante el contexto social y matrimonial bastante difícil, que describe el papa Francisco “lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor auténtico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total”, la Iglesia está llamada a vivir su misión en la fidelidad, en la verdad y en la caridad, se refirió a cada misión:
Vive su misión en la fidelidad a su Maestro como voz que grita en el desierto, para defender el amor fiel y animar a las numerosas familias que viven su matrimonio como un espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para defender la sacralidad de la vida, de toda vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vínculo conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio.
Vivir su misión en la verdad que no cambia según las modas pasajeras o las opiniones dominantes. La verdad que protege al hombre y a la humanidad de las tentaciones de autoreferencialidad y de transformar el amor fecundo en egoísmo estéril, la unión fiel en vinculo temporal. «Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad» (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 3).
Vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que -fiel a su naturaleza como madre – se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser «hospital de campo», con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de la salvación.
Finalmente invitó a la Iglesia a buscar, acoger y acompañar a aquellos que se han equivocado, a educar en el amor auténtico, capaz de alejar de la soledad, sin olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida.
Recordó a san Juan Pablo II cuando decía: «El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado […] Nosotros debemos amar nuestro tiempo y ayudar al hombre de nuestro tiempo.» (Discurso a la Acción Católica italiana, 30 de diciembre de 1978, 2 c: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 21 enero 1979, p.9).
Fuente Disminuir
Fuente