Dilo todo, pero con amor a la hora de educar...

Si los padres le dicen a su hijo todo el tiempo que es malo o tonto e incapaz, él terminará por decirse a sí mismo las mismas palabras y creerá que realmente lo es…
Lo que él necesita es que las palabras de los padres cuenten lo que realmente es, porque sabe diferenciar cuando le mienten y cuando solo tratan de congraciarse con él. En esa medida, por ejemplo, si un niño hace un dibujo sin mayor esfuerzo y su madre le dice que es lo máximo, pero él tiene claro que no es cierto, podrá llegar a creer que su madre miente.
Tal vez si ella sabe que su pequeño lo ha hecho para salir del paso puede decirle algo como ‘están lindos los colores que usaste, pero pregunto, ¿fue ese tu mejor esfuerzo?’. Lo más probable es que el niño responda que no lo ha sido y, como consecuencia, confiará más en su madre porque ya sabe que ella le dice lo que verdaderamente es.
Palabras afirmativas y no de rechazo
Por esto, se sugiere a continuación algunos consejos prácticos que pueden ser una guía a la hora de hablarles a los hijos:
Jamás se debe generalizar ante una acción equivocada. No puede definirse toda la personalidad de un niño por un solo hecho. Si el niño mintió, no dar por hecho que es mentiroso, sino que dijo una mentira.
Nunca se debe definir al niño por las expresiones de sus emociones. Eliminar del vocabulario expresiones como ‘eres un llorón’, ‘eres un malgeniado’, ‘eres un gritón’ o ‘eres un furioso’.
Se debe procurar no calificar a los hijos por ejemplo diciéndoles que los hombres no lloran, que sea varón o que se comporte. Los niños tienen tanto derecho como las niñas a la expresión de sus sentimientos y deseos. Llorar no los hace débiles, sencillamente humanos, y el derecho a la expresión de las emociones no es exclusivo de las mujeres. Las definiciones de lo que es hombre y mujer en la sociedad han cambiado radicalmente y tanto unos como otros están en las mismas condiciones.
Intentar no calificar a las hijas por lo que hacen. No decirles que no se suba al árbol pues es de niños, tampoco que no se ponga brava porque entonces parece un niño, o que no diga lo que siente porque las mujeres se deben comportar. Ser hombre o mujer va más allá de lo que cada quien haga. Todos tienen el mismo derecho a elegir.
Hablar de manera positiva. Es mejor decir que puede mejorar y enseñarle cómo, en vez de decirle que no es capaz. No decirles siempre que no, y más bien preséntale opciones. Elegir frases como: todavía la bicicleta te queda grande, juega mejor en el triciclo o mejor pinta en este papel blanco que en mi libreta de anotaciones…
Jamás hablar mal de la pareja: para los hijos, ambos padres son importantes y merecen su cariño. Si pones a los niños en el medio, no sabrá qué hacer y creerá que debe traicionar a uno para merecer el cariño del otro. Los niños saben lo que ven, tienen sus propios juicios y cuando crecen construyen una visión de sus padres como personas y como esposos. Frases como ‘es que tu papá...’, ‘es que tu mamá...’ solo confunden a los niños.
Decir todo con amor. Si se va a corregir, no gritar ni usar groserías. Esto daña su autoestima. Si se está muy alterado, es mejor expresarle que en ese momento no van a hablar, que lo harán más tarde. Cuando se corrija es mejor mírarlos a los ojos y háblarles con calma. No señalarlos con el dedo, mejor tómarlos de la mano.
Decirles exactamente lo que debes decir. No dar rodeos a las ideas. Si queremos que el pequeño recoja los juguetes, decirlo directamente. No es necesario extenderse en argumentos diferentes a la tarea puntual.
Cuando se le habla a los hijos no hacerlo ‘desde las alturas’: uno de pie y otro sentado, no es conveniente. Agacharse hasta estar a su nivel o sentarse juntos. Cuando es bebé, háblarle mientras se lleva en brazos. Cuando crezca un poco más, sentarlo en las piernas. El contacto físico es importante.
Fuente Disminuir
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