Un buen paso de la Iglesia

En estricto sentido, habría que celebrar la existencia de una Comisión Pontificia para la Protección de Menores, en el Vaticano. Luego de los escándalos de pedofilia que…
Por supuesto, también habría que recibir como una excelente noticia la incorporación de nueve miembros en aquel equipo –el de la comisión– que el papa Francisco se inventó para prevenir el abuso sexual contra menores en la comunidad católica. Habría que reconocer también que, a pesar de ciertos pasos en falso, el pontífice no ha eludido el tema en sus viajes a los países de América Latina en donde se ha dado impunemente ese flagelo repugnante.
Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, miembro de la comisión desde el año 2014, explicó a EL TIEMPO en días pasados que se busca establecer estadísticas confiables que dejen claro el tamaño de la tragedia, visibilizar a las víctimas, prevenir el mal que ha enrarecido tanto el ejercicio fundamental de la fe y crear estructuras de protección en diferentes contextos culturales: no podría sonar ni ser mejor.
Y, sin embargo, después de conocer el sufrimiento de tantas familias, después de tantas pruebas de la traición a la fe –y el horrendo delito– que cometieron algunos sacerdotes en el mundo entero, sigue sintiéndose que hace falta un rito nuevo, una ceremonia contundente para desandar el camino del abuso y recobrar la confianza de los feligreses. La Comisión Pontificia es una estupenda señal. La entereza del Papa es un alivio.
Pero el fin de la impunidad, la recuperación de la Iglesia como un refugio y un liderazgo, no puede ser una campaña sino una política, un hecho que traiga de vuelta a tantos que se han sentido engañados en su buena fe.
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