Obispo colombiano invitó a sanar heridas para que la violencia no se siga reproduciendo
La realidad social que atraviesa Colombia por cuenta del conflicto amado y la polarización de los distintos sectores de la sociedad, es algo que inquieta a la Iglesia de este país, y por la que día a día trabaja. En este contexto, ADN Celam dialogó desde Roma con monseñor Germán Medina Acosta, obispo de la Diócesis de Engativá (Colombia) y secretario general de la Conferencia Episcopal de este país, quien se refirió al tema de la paz en esta nación.
Monseñor Medina se encuentra por estos días en el Vaticano cumpliendo con una agenda propia de su labor pastoral, visitando algunos dicasterios de la curia romana, pero también aprovechando los espacios para participar de actos litúrgicos del Sínodo y actividades programadas alrededor de este evento eclesial como la “Tienda de la sinodalidad”, entre otros.
Haciendo eco del llamado que en los últimos meses y días viene haciendo el papa Francisco para que pare la guerra y los actos terroristas en el mundo entero, dijo que esto aplica también para Colombia que se encuentra inmersa en un estado de zozobra y dolor por cuenta del conflicto armado interno que padecen muchas regiones del país.
El obispo dijo que esta invitación del Papa obedece a que todos debemos tomar conciencia que la paz es tarea de todos, por tanto, no se puede ser indiferente a este clamor del pueblo que sufre y -agregó- “no podemos acostumbrarnos a la guerra”. Señaló que en Colombia ya son más de 6 décadas de dolor por cuenta de este conflicto, donde el que recibe el mayor peso del sufrimiento es la población civil.
Hay enemigos de la paz
Del mismo modo aseguró que en Colombia hay una gran fractura en los diálogos que se están dando entre el Gobierno Nacional y los diferentes grupos al margen de la ley, hecho que ha imposibilitado que haya una paz verdadera. Frente a esto, observó que el mejor camino para avanzar es seguir creyendo en el diálogo y la búsqueda de acuerdos que requieren de paciencia y de mucha escucha, a esto agrego, que hay mucho enemigo de la paz.
“Creo que hay muchos enemigos de la paz, es decir, hay intentos, hay esfuerzos que debemos continuar; estos 60 años de violencia no los vamos a borrar de la noche a la mañana, hay cosas que sanar, hay heridas y esto requiere pedagogía, paciencia, escucha, aprender a reconocernos, respetarnos y diría yo a aportar todos. En algunos momentos debemos ceder por el bien común y del pueblo que sufre”, indicó.
Seguidamente, afirmó que quienes están interesados en mantener los conflictos armados en el mundo y no avanzar en una paz real, son aquellas personas que se encuentran atrapadas en su ceguera, en su propio egoísmo: “Estas personas que se encuentran en la búsqueda diríamos ciega y muchas veces cargada de odios, es a quienes les va a quedar muy difícil abrirse a estas nuevas perspectivas”.
Educar para la paz, un trabajo terapéutico
Por otro lado, vislumbró que la vida del pueblo colombiano está amenazada por la violencia en sus múltiples formas, por ello requiere que se trabaje en una pedagogía de educar para la paz desde los diferentes ambientes: en la familia, las comunidades, planteles educativos y las iglesias particulares, todos, indicó, han de contribuir para que los valores humanos y cristianos que favorecen la paz y la reconciliación sean asumidos libremente por las nuevas generaciones, siempre reconociendo y respetando las diferencias del otro.
“Este es un trabajo casi que terapéutico en el ámbito familiar y social, pero la educación lo puede hacer, lo importante es liberar la educación de sesgos de intereses ideológicos. Tenemos que llegar a un acuerdo también desde el punto de vista de la educación, ese sería un acuerdo fundamental: ¿cómo educar a las futuras generaciones en este país? Es necesario sanar las heridas que durante años ha venido ampliando la guerra, de no hacerlo así, la violencia se seguirá reproduciendo”.
La oración como herramienta para la paz
Ante esto, el obispo señaló que la mejor herramienta para avanzar en el camino de la paz es la oración, “para que el Señor que actúa a través de su espíritu obre en los corazones de hombres y mujeres en el mundo y ganemos todos en sensatez, en sensibilidad y en la capacidad de tomar decisiones para definitivamente decirle no a la violencia”.
Concluyó invitando a trabajar en esa arquitectura y artesanía de la paz, que el papa Francisco propone en la encíclica Fratelli Tutti, volviendo a insistir en la urgencia de orar clamando a Dios para que transforme los corazones de quienes están enfrentados en la guerra. Esto indicó, se logra organizándose a nivel local y mundial, dejando de ver al prójimo como enemigo y llegar a acuerdos que le apuesten al bien común.
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